El territorio costarricense está dividido en 20 parques naturales, ocho reservas biológicas y una serie de áreas protegidas que cautivan a los amantes de las actividades ecoturísticas. Desde 1991, el volcán da nombre y sentido al parque nacional del Volcán Arenal, una extensión protegida de más de doce mil hectáreas en la ecorregión de los bosques montanos de Talamanca, en la zona montañosa de la región de la Sierra de Tilarán y las llanuras de la Región Norte, a 15 kilómetros de la comunidad de la Fortuna y a 40 kilómetros de Ciudad Quesada. El parque es parte de la zona de conservación Arenal, un área que además del parque nacional alberga otras dieciséis reservas naturales, situadas entre las cordilleras de Tilarán y de Guanacaste: no es de extrañar, entonces, la increíble biodiversidad que nos espera en esta tierra.
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El volcán Arenal dormía plácidamente hasta que, hace más de cuarenta años -concretamente, el 29 de julio de 1968- erupcionó. Hasta ese terrible día, incluso se dudaba de que fuera un volcán: pero, súbitamente, se abrieron tres cráteres y la explosión arrasó tres pueblos cercanos, causando numerosas víctimas mortales. Hoy, su actividad se reduce a la emisión coladas de lava en forma permanente que lucen espectaculares especialmente en horas de la noche, y desde 2010 se puede decir que está “en reposo”. Hoy, es seguro pasear por las tres rutas que lo transitan, aunque las autoridades del parque no dudan un segundo en, repentinamente, cortar zonas al paso. Los senderos atraviesan tanto bosques secundarios como campos de lava de erupciones antiguas, regalando a quienes los hacen postales inolvidables: ¡no habrá filtro de Instagram que las haga justicia!
Y es que el parque es un auténtico laboratorio viviente, tanto por su riqueza geológica y geomorfológica, como por su imponente vegetación -puro bosque primario y secundario donde hay ceibas, guayabos del monte, diferentes especies de palmas, millones de heliconias y orquídeas, helechos y especies endémicas- y la riqueza de su fauna -las principales especiales son el tepezcuinte, la danta los monos, el coatí, el perezoso y el jaguar, y aves como los colibrís, los legendarios quetzales, loros, pericos, urracas pardas… Los visitantes pueden, además de senderismo, hacer casi prácticamente de todo en el parque y en los alrededores: rafting en los ríos cercanos -el Toro, el Balsa y el Piedras Blancas-, explorar los cañones del parque y descolgarse por ellos en el bosque que rodea el pueblo de La Fortuna, el más importante de la zona y donde se concentran las empresas que dan servicio a los viajeros, desde alquiler de coches a excursiones organizadas.
No olvides un par de datos curiosos sobre el parque. Uno, que el Arenal no es el único volcán que te espera en el parque. Hay otro, inactivo desde hace más de tres mil quinientos años: el volcán Chato, de 1.140 metros de altura, cuyo cráter, hundido, es hoy una laguna de una belleza tan perfecta que parece arrancada de un sueño; y dos, que el lago Arenal, a los pies del volcán, es más importante para Costa Rica de lo que parece: provee al país de más del 12% de su electricidad. ¡Buen viaje!
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