El fotógrafo Vincent Laforet se jugó la vida para captar el encanto de Nueva York desde un punto de vista diferente. Lo hizo desde el aire, a más de 2.000 metros de altura, colgándose de un helicóptero mediante un arnés. Y este es parte de su asombroso resultado…
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1. Planificación minuciosa
Antes de comenzar la trepidante sesión fotográfica, Vincent Laforet y su equipo planificaron al detalle el recorrido, los lugares que querían inmortalizar y consultaron las previsiones meteorológicas para que todo saliese según lo previsto.
2. Duras condiciones
Estas impresiones fotografías, que pueden consultarse en la web laforetvisuals.com junto a otros destacados trabajos de Vincent Laforet, tienen aún más mérito si además del consabido riesgo, se tienen también en cuenta las bajas temperaturas que tuvo que soportar el fotógrafo y la complejidad de encontrar la estabilidad necesaria para captar las imágenes.
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3. Su trabajo más importante
La serie fotográfica lleva el título de “Night Over New York” (“Noche sobre Nueva York”), que el propio autor define como el trabajo más importante de su trayectoria y también el de mayor belleza.
4. Premio Pulitzer
Vincent Laforet compartió el Pulitzer de Fotografía en el año 2002 junto a otros fotógrafos del New York Times por la cobertura de los atentados del 11-S. Ahora ha fotografiado el nuevo One World Trade Center.
5. Tecnología
Laforet utiliza la tecnología más avanzada para capturar con sus cámaras instantáneas tan espectaculares como ésta del puente de Manhattan y el puente de Brooklyn. Hasta hace poco tiempo no era posible sacar este tipo de fotografías nocturnas aéreas por la vibración de los helicópteros.
6. Luces y sombras
El trabajo de Vincent Laforet y su equipo permite contemplar desde una perspectiva cenital la iluminación de la ciudad y comprobar por qué Nueva York es la ciudad que nunca duerme. Y si lo hace, como se puede apreciar en la imagen, es en Central Park.
7. Empire State Building
El reconocido fotógrafo ya había inmortalizado tiempo atrás el Empire State Building desde una altura de más de 400 metros en la que se veía a dos técnicos trabajando en la reparación de una de sus antenas. En esta imagen el Empire State Building emerge con menos grandiosidad que en aquella ocasión por el efecto óptico y parece reclamar su protagonismo como una estrella con luz propia en el cielo de Nueva York.
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