Sigue siendo EL barrio. ¿Seguro? Nos aferramos a ello, a nuestro recuerdo adolescente y de juventud, a ese pálpito nostálgico que nos lleva a defender los mitos con uñas y dientes. Y los bares de Malasaña son un mito. Nuestro mito. Pero hoy, afectado el barrio como pocos por la gentrificación y por el tinte universal de lo hipster, Malasaña en realidad es otra cosa. Como mínimo, una mezcla de presente homogeneizado y pasado guerrero. Han caído muchos, resisten algunos otros, nacen nuevos referentes. No serán lo mismo, pero seguirán siendo los bares que debes conocer en Malasaña.
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1. La Vía Láctea (Velarde, 18)
Un superviviente, una leyenda. El garito de la calle Velarde sigue en pie empeñado en demostrar a las generaciones venideras cómo se las gasta la Malasaña más auténtica. Más de 35 años lo contemplan, con sus paredes forradas con las ilustraciones de Montxo Algora, con su mesa de billar al fondo, con su música ecléctica –aquí pincharon los mejores- siempre respondiendo. Aunque para ecléctica, la actual clientela. Pero La Vía siempre será La Vía. Esperemos.
2. El Fabuloso (Estrella, 3)
El barrio llevaba tiempo esperando este tipo de antros deliciosos. Silvia Superstar, la jefa de Killer Barbies, también lo es de este bar de bailoteo vintage y ambientación kitsch. Los cincuenta son la referencia, con sus ramalazos exóticos en forma de tapizados de leopardo. Desde la hora de la merienda hasta el cierre, las sesiones musiqueras a base de soul, surf, garage y rock’n roll clásico son más que selectas.
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3. The Passenger (Pez, 16)
Un nuevo imprescindible. Digamos que para todos –o casi- todos los públicos. El bar, convertido en gran vagón de tren, mantiene parte del aroma anterior cuando era una coctelería de estética decadente. Es importante porque siempre es una opción socorrida. Siempre ayuda cuando la sed ahoga.
4. Casa Camacho (San Andrés, 4)
Algo más que un clásico. Aunque hoy la parroquia esté formada básicamente por pelaje hipster, esta tasca “abuelil” es parte del paisaje malasañero desde su apertura en 1928. Casi ná. La bodega, con sus botellas cubiertas de polvo y sus toneles al otro lado de la barra, es puro barrio. Para ir al baño todavía hay que agacharse y practicar el limbo.
5. TupperWare (Corredera Alta de San Pablo, 26)
Un histórico de los noventa. Uno de nuestros bares más queridos, El Tupper se resiste a pasar página o a dejar paso a locales pipiolos. Permanece su fachada psicodélica y su no menos colorista interior llenito de memorabilia de cultura pop. Con su cabina del pincha encajada en el rincón de la barra. Lo malo siempre es subir las escaleras para aflojar el contenido de las cervezas y las copas. Un eterno ejercicio de alpinismo.
6. Madklyn (San Andrés)
En la órbita de la Plaza del 2 de Mayo –mito en sí misma- este bar representa a la nueva generación de garitos nacidos con altas dosis de buen rollo y con el gintonic como gasolina. Los mismos del TupperWare y del Picnic se afanaron en recrear aquí una temática retro que vehicula la decoración y el espíritu del bar.
Claro, El Penta, el bar de la Movida, el de Nacha Pop, el de La chica de ayer. Factor nostalgia al canto. Porque la verdad es que hoy ha perdido tirón a pesar de que esta máquina del tiempo no ceja en su empeño de copas y música de hoy y de siempre. Mientras exista, seguirá siendo un referente.
8. 1862 Dry Bar (Pez, 27)
La reivindicación de la coctelería clásica tiene en esta preciosidad oficiada por Alberto Martínez la que para el Fibar 2014 fue la mejor de España. Lo suyo es atreverse con su carta de cócteles fundamentales, incluso calientes, pero si buscas un simple gintonic aquí saben cómo hay que prepararlo. Parece algo sencillo pero no todos los bares de la calle Pez –¡será por bares en Pez!- cumplen los mínimos.
9. Freeway (San Vicente Ferrer, 7)
¿Qué tendrá este garito que nunca nos cansamos de él? La primera copa en la barra, la caña del martes por la tarde en sus mesas de ventana, el desfase del finde a altas horas en la cueva de la planta de abajo… Siempre hay un momento para ir al Freeway. Otro entrañable superviviente de la Malasaña rockera. El local sigue conservado en formol y ése es parte de su encanto imperecedero. Y que su buena música nunca falla.
10. Palentino (Pez, 8)
Palabras mayores, un bonus track de los bares malasañeros que nunca deberían morir. El bareto de los baretos, esquina con la Plaza de Carlos Cambronero, garantiza una dosis de autenticidad a precios de coña muy difícil de superar. La barra incombustible, las cañas bien tiradas, los sándwiches mixtos de plancha perfecta, los bocatas pringosos, e incluso los destornilladores con zumo de naranja natural. ¡Cómo te queremos!
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