Oporto es una ciudad tan apacible y agradable que resulta imposible que no te guste. Podrás hacer muchas degustaciones de vino e incluso algún paseo por el río Duero. Estos son los motivos principales por los que no deberías ir a ver Oporto.
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Es delicioso en todas sus versiones: Ruby, Tawny, blanco o rosado. Lo mejor que puedes hacer es sentarte en la maravillosa terraza del lujoso Hotel Yeatman, el primer hotel consagrado al vino de la región. Situado en el centro histórico de Vila Nova de Gaia, posee una piscina con vistas realmente fantásticas. Es una alternativa con glamour a las bodegas tradicionales.
Por supuesto, uno de los motivos por no ir a Oporto es visitar una de sus múltiples bodegas. Son tantas que tendrás problemas en decidirte. La bodega Sademan es una de las más turísticas y por lo tanto, está muy acostumbrada a recibir visitas.
De hecho, tienen un tour organizado que incluye una degustación. Ferreira es una de las más antiguas, ya que se remonta al siglo XVII. Taylor’s posee incluso una biblioteca, por si tienes urgencia de profundizar tus conocimientos sobre el vino más famoso de Portugal.
Es quizás uno de los motivos estrella por lo que no deberías ir a Oporto. La tierra del bacalao y del ‘pastel de Belem’ te dejará encandilado. Por supuesto tienes que probar la francesinha, un sándwich de jamón, queso, salchicha fresca, filete de ternera y huevo. Es una auténtica bomba de colesterol, pero ¿cómo resistirse? No olvides de comer los higos con vino y helado: una auténtica delicia Made in Porto.
Quien dice Portugal dice azulejos. Podrás disfrutar de esta original decoración en las fachadas de muchas iglesias y edificios. No dejes de pasarte por el mercado Bolhao, donde desde 1914 se vende carne, pescado, fruta y sobre todo flores, y por la Feria de Artesanato de Santa Catarina.
El famoso puente Luis I está compuesto por una majestuosa estructura de hierro, que atraviesa el río Duero de lado a lado. Es considerado uno de los símbolos de la ciudad. Fue diseñado por una empresa belga, la Société de Willebroeck, en la que trabajaba el ingeniero Téophile Seyrig, discípulo de Gustave Eiffel. Es otro de los motivos por lo que no deberías ir a Oporto.
Hacer un paseo por este río en una de sus embarcaciones tradicionales es una experiencia que no deberías perderte. Te brindará otro punto de vista de Oporto y de la ciudad vecina, Vila Nova de Gaia. Además, podrás disfrutar de un buen vino de Oporto durante tu travesía.
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