El Camino de Santiago es una experiencia única e inolvidable que requiere de disciplina, un gran esfuerzo físico y una gran fortaleza mental para superar los momentos más complicados. Eso sí, la recompensa a todo ese esfuerzo y sacrificio llega al final del Camino y no deja de acompañarte a lo largo de tu vida. En El Viajero Fisgón te damos 10 consejos para que tu ruta por el Camino de Santiago sea lo más llevadera posible:
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Este no es un viaje para llenar tu equipaje con los típicos “por si acaso”. Debes llevar únicamente lo imprescindible porque, a diferencia de otros viajes, llevarás tu bolsa a cuestas. Recuerda que puedes contratar los servicios de alguna de las empresas que se dedican a transportar tu equipaje de un punto a otro del Camino.
Si hay un elemento que no puede faltar en tu mochila, ése es el agua. No se trata de llevar una garrafa de 10 litros a la espalda, pero sí de tener siempre a mano tu botella, cantimplora o bidón de agua y de rellenarla cuando se acabe.
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Deja sitio en tu mochila para alimentos que, además de pesar poco, te ayuden a “digerir” mejor la dura jornada. Los frutos secos son idóneos porque aportan un alto valor energético, igual que las barritas de cereales. También es importante llevar productos que contengan glucosa. No te preocupes por la línea porque vas a quemarlo.
Es extremadamente importante que cuides tu piel y la protejas de los rayos del Sol allá donde estés y no sólo en la playa. Si vas a hacer el Camino de Santiago en los meses de verano, lleva contigo crema de protección solar y utilízala para evitar disgustos a corto y largo plazo.
Organiza tu ruta y tu jornada de tal manera que no tengas que caminar de noche hasta llegar al albergue o al lugar en el que te hospedes. Es mejor madrugar y completar la marcha con la luz del Sol que tener que ir apurado todo el día y andar de noche. Si, por algún motivo, se te ha hecho de noche, utiliza ropa reflectante para que los conductores te vean fácilmente.
El descanso es fundamental tanto por la noche, después de una dura jornada y para recargar pilas para la siguiente, como durante el día haciendo las paradas que sean necesarias. No hagas como las escuderías de Fórmula 1 que programan el menor número de paradas en boxes para sus coches. Además de parar para comer o para ir al servicio, prémiate con algún descanso más para que mentalmente se te haga más llevadera la jornada.
No se trata de llevar a cuestas un maletín de primeros auxilios, pero sí es conveniente que lleves contigo analgésicos, antiinflamatorios, gel desinfectante para las manos y tiritas para posibles rozaduras o heridas.
Aunque el Camino de Santiago invite a la tranquilidad y a la reflexión interior, es importante que lleves contigo el teléfono móvil y te asegures de tenerlo cargado. Te será muy útil tanto para orientarte y buscar información como para avisar ante cualquier problema que te pueda surgir.
Todo tu cuerpo notará el cansancio, pero quienes más lo acusarán serán tus pies. Cuídalos al máximo porque, si haces el recorrido caminando, son ellos quienes te llevarán hasta el ansiado final del Camino. Además de llevar el calzado adecuado, con unos calcetines que absorban el sudor, es recomendable darse un masaje de pies al final de cada jornada. Seguro que tus pies lo agradecerán.
Muchas veces preparamos a conciencia el itinerario y los alojamientos de nuestra ruta por el Camino de Santiago y nos olvidamos de algo muy importante: prepararnos a nosotros mismos. Si lo primero es importante, lo segundo lo es aún más. El éxito de nuestra peregrinación está, sobre todo, en prepararnos física y mentalmente para el gran esfuerzo que vamos a realizar.
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