Imagina que solo tienes un día para disfrutar de una de las ciudades más bellas del mundo: Viena. ¿Qué hacer? Te damos una pista…
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Pensar en Viena es hacerlo en una ciudad imperial. Las películas -y la historia, claro- de la emperatriz Sissí, las retransmisiones del Concierto de Año Nuevo y las sonatinas de los valses han acabado por crear en la mente de todos los viajeros una imagen tópica de la capital austriaca, que, hay que decir, no solo es arrebatadoramente bella sino, también, verídica. Toda la ciudad parece sacada de un cuento de hadas donde, en cualquier momento, parece que va a comenzar a sonar un vals y alguien nos sacará a bailar.Y su esencia se puede contemplar en todo su esplendor en la que es, probablemente, su avenida más famosa: la RingStrasse. Y es que, si Viena tiene un escaparate por antonomasia, ese es el de esta avenida, una de las calles más señoriales y elegantes de mundo, el paseo vienés por excelencia que toman miles y miles de personas todos los días (en su día era famosa la costumbre de Sigmund Freud de hacerlo todos los días).
Con algo más de cinco kilómetros de largo, la RingStrasse es un imponente y elegantísimo bulevar que rodea el centro de la ciudad siguiendo el trazado de las antiguas murallas, derruidas durante el siglo XIX, y al que se asoma una de las más bellas y ricas colecciones arquitectónicas de toda Europa, formada por edificios públicos y privados construidos a mediados del siglo XIX, la época en que Viena alcanzó su esplendor arquitectónico. El bulevar está flanqueado por edificios como la Ópera Estatal, el Burgtheater, el Ayuntamiento, la Universidad y el Parlamento. El Museo de Historia Natural y el Kunsthistorisches Museum, así como la nueva ala del Palacio imperial concida como “Neue Burg“, son lugares imprescindibles, como lo es el Foro imperial (Kaiserforum), que se construyó para comunicar el Palacio imperial del Hofburg -donde, a partir del 24 de abril, se exhibe una exposición con el vestuario de Sissí Emperatriz- con los museos gemelos construidos para albergar las colecciones imperiales… Un impresionante patrimonio que es, también, un museo al aire libre donde reconocer los estilos arquitectónicos más célebres de todos los tiempos, desde el clasicismo griego y romano -ahí están el Parlamento, inspirado en los templos griegos, y el Palacio imperial, que lo hace en los antiguos foros; el neorrenacentismo más puro, que sopla al oído de los preciosos edificios de la Ópera Estatal, la Universidad, la Bolsa, el Kunsthistorisches Museum y el Museo de Historia Natural; mientras que el Ayuntamiento y la Iglesia Votiva, por ejemplo, siguen las pautas del neogótico.
La mejor manera de explorar la avenida es a bordo del tranvía que la recorre. Funciona todo el año de 10h a 18h, con salidas cada media hora de la cabecera, en la Schwedenplatz (el último tranvía sale a las 17h21). Tiene capacidad para 31 pasajeros y, a bordo, hay monitores LCD que cuentan en diferentes idiomas la historia de la avenida y de sus edificios, según se van apareciendo. El billete tiene una validez de 24 hrs, y da derecho a subir y bajar en cualquier parada (están debidamente señalizadas), pero si se quiere hacer el recorrido sin parar, dura aproximadamente media hora. Tiene un precio de 9€ (hay uno más económico con el que solo se puede montar y bajar una vez, que cuesta 7€), y los menores entre 6 y 15 años pagan solo 5€. Más info, en http://www.wienerlinien.at/eportal/. ¡Buen viaje!
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