Viajar al espacio ha movido desde siempre la imaginación de la Humanidad. Es uno de los temas recurrentes de la ficción y el entretenimiento -con miles y miles de películas, novelas, videojuegos, etc que giran en torno a ese deseo que alumbra al hombre desde el comienzo de los tiempos: del mito de Ícaro a la película Gravity– y, aunque parece que en los últimos años las grandes misiones tripuladas al espacio exterior han caído en desgracia debido a sus casi inasumibles costes, por otro lado han aparecido propuestas que convierten en realidad la figura del “turista espacial”.
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Y, teniendo claro que el “espacio exterior” comienza a cien kilómetros por la superficie de la Tierra -nos dicen los libros y la ciencia- y que es posible -caro, pero posible- realizar vuelos suborbitales con la Agencia Espacial Rusa -apenas unos momentos en gravedad cero-, no es lo mismo que convertirse en un austronauta real: fue el caso del primer turista espacial de la historia, el multimillonario estadounidense Dennis Tito, quien tras un duro entrenamiento de seis meses en el Centro de entrenamiento de Cosmonautas en la Ciudad de las Estrellas, cerca de Moscú, y abonar más de veinte millones de dólares, estuvo durante ocho horas en 2001 a bordo de la Estación Espacial Internacional. Fue el primero de los siete turistas espaciales que visitaron la plataforma, hasta que la ampliación de las necesidades de la tripulación, y la decisión de Estados Unidos de suspender las operaciones de sus transbordadores terminaron con la “programación” en 2006. El último en disfrutar de la aventura fue el fundador del Circo del Sol, el canadiense Guy Laliberté, que incluso dirigió desde la estación espacial un espectáculo celebrado en los cinco continentes para alertar al mundo sobre el problema de la escasez del agua.
Desde entonces, la carrera por llevar turistas al espacio no ha cesado, con varias opciones muy interesantes y para todos los gustos. La empresa World View anunció hace pocos meses su programación de viajes espaciales en globo -unos globos distintos a los habituales, similares al que utilizó el austriaco Felix Baumgartner para saltar desde la estratosfera-, que transportarán a los viajeros a 30 kilómetros sobre la Tierra en un vuelo de un par de horas, y que comenzarán a operar en 2016 con una frecuencia de cincuenta vuelos al año. ¿El coste? Aproximadamente 54.000€, y toda la información, en http://worldviewexperience.com
Con todo, es el ubicuo Sir Richard Branson quien, con su Virgin Galactic (www.virgingalactic.com) está avanzando más en la comercialización y desarrollo de los viajes espaciales, que comenzarán en 2015 y para los que ya hay más de seiscientas reservas (Richard Branson y sus dos hijos serán los primeros pasajeros) a un precio medio de 180.000€. Famosos como Justin Beaber ya han reservado su plaza que, en España, comercializa en exclusiva la agencia de viajes Bru & Bru (http://www.bru-bru.com). El viaje es realmente apasionante: tras tres días de entrenamiento teórico-práctico en el exclusivo Astronaut Hotel junto al espaciopuerto Spaceport America, se despega a bordo de la SpaceShipTwo, acoplada a la nave nodriza Virgin-MotherShip Eve desde el espaciopuerto para ascender durante durante 45 minutos hasta los 15 kilómetros de altura. A esa altitud, la SS2 se desacopla y, tras unos segundos de caída, se produce la ignición del motor. La nave es propulsada a 4.000 kilómetros por hora y en 90 segundos alcanza los 110 kilómetros de altura, ya en el espacio exterior y los motores se apagan, para disfrutar de la gravedad cero. ¡Buen viaje!
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