Colgado sobre el Mediterráneo como en un sueño: así es el pueblo de Sidi Bou Said, uno de los lugares más bellos de Túnez
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Las casas blancas de puertas y tejados azules del pueblecito de Sidi Bou Said se han convertido en uno de los iconos de Túnez, el pequeño país de la orilla sur del Mediterráneo que poco a poco está volviendo a la normalidad. El pueblo es una de las mayores atracciones turísticas del país: está muy cerca de la capital y de Cartago, y es muy fácilmente accesible vía el tren ligero TGM, tanto desde Túnez como desde el puerto de La Goulette, escala de los cruceros, que para en la cerca estación de La Marsa).
Las callejuelas empinadas del pueblo guardan una colección amplísima de coquetas viviendas de puertas azules, pero no faltan tiendas de recuerdos típicos y restaurantes. Las vistas desde sus calles son espectaculares: Sidi Bou Said está en lo alto de una colina sobre la bahía de Túnez. Aunque el pueblo se fundó en el siglo X, su mayor seña de identidad -el blanco y azul con que se visten sus edificios- no llegó hasta el siglo XVIII, cuando los gobernadores turcos que regían el país lo eligieron para levantar sus residencias y, a comienzos del siglo XX el barón Rodolphe d’Erlanger, un francés apasionado por el folclore tunecino, edificó su mansión Ennejma Ezzahra en azul y blanco, creando la tendencia a seguir. Él fue uno de los primeros europeos en instalarse en el pueblo, y es que hasta 1820 estaba prohibida la entrada a los cristianos: la tumba del santo sufí que da nombre al pueblo es lugar de peregrinación para los sufíes. La mano de Fátima protege las puertas de las casas y es el recuerdo más recurrente en todos los puestos. Un amuleto para todos, locales y viajeros.
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Lo mejor para disfrutar del pueblo con la mayor tranquilidad es visitarlo temprano, cuando los turistas aún no han tomado sus calles. Desayunar en la terraza del famoso café des Delices, o simplemente tomar un té a la menta con piñones, mientras se contempla el sol de la mañana rompiendo contra las fachadas blancas, es motivo más que suficiente para madrugar y subir al pueblo; si hay mucha gente, una buena opción es hacerlo en el más recogido Café des Nattes. El enamoramiento llegará, como les llegó a algunos de los residentes más famosos del pueblo, destacados artistas y filósofos como Paul Klee, August Macke o Michel Foucault, o el escritor Andé Gidé. ¡Un lugar que es la quinta ensencia del Mediterráneo a disfrutar!
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