En la más oriental de nuestras islas puedes disfrutar de uno de los mejores veranos de tu vida. Te contamos qué ver y qué hacer, ¡toma buena nota!
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No descubrimos ningún secreto al decir que la isla de Menorca es un paraíso cercano que reúne todo lo que le se puede pedir a unas vacaciones de verano perfectas: calas secretas de aguas cristalinas, la tranquilidad y el glamour de los destinos más exclusivos, una gastronomía que satisface el paladar más exigente, naturaleza en estado puro… Y es que disfrutar de milagro turquesa de Cala Macarelleta, Calta Turqueta o Cala Galdana, de la historia que se encierra en sus calles señoriales de Maó y Ciutadella y en los monumentos megalíticos que salpican la isla, o recorrer cualquier tramo del Camí de Cavalls que la rodea -una ruta construida por los ingleses el en siglo XVIII que circunda todo el litoral menorquín y que se usó siempre para labores defensivas- son estupendas maneras de descubrir en primera persona la imponente riqueza natural de un lugar que es Reserva de la Biosfera: como buen ejemplo, además del subsuelo marino, está el Parque Natural de s’Albufera d’Es Grau, un área refugio para numerosas aves acuáticas y migratorias que es, además, uno de los humedales más importantes del sur de Europa.
No puedes perderte el hacer escala en la Menorca más pura, la del interior, donde podrás incluso hacer compras como si fueras un famoso del mundo del espectáculo, y eso es gracias a que en el tranquilo pueblo Ferreries se encuentra la firma Mascaró, fundada en 1918 y que, a día de hoy, alcanza cerca de los cincuenta establecimientos en todo el mundo y cuyas creaciones -entre ellas las conocidas Pretty Ballerinas- son calzadas por las actrices más famosas, que también enloquecen con el calzado tradicional, las avarques, que se fabrican también en Ferreries y en Alaior, Ciutadella y en Es Mercadal, otro de los pueblos que atesora las esencias de la más oriental de las Baleares, y visita ineludible por su playa de Macaret, una de las mejores no sólo de Menorca, sino de todo el Mediterráneo.
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Una a cada extremo de la isla y separadas entre sí por 47 kilómetros de carretera están las dos ciudades más importantes de la isla, Ciutadella y Maó. Ciutadella es un joya arquitectónica sacada del pasado, donde todo recuerda un esplendoroso pasado: sus calles atesoran un importante conjunto de edificios que las familias nobles y terratenientes de la ciudad construyeron a finales del siglo XVII y principios del XVIII, en un alarde de su poder económico y de su prestigio social.
En Maó, el protagonista indiscutible es el puerto: es donde se aprecia con toda la fuerza el ADN marinero de una población que vive volcada al mar. El puerto destaca tanto por su antigüedad (su nacimiento se remonta al siglo III a.C.) como por ser, con sus cinco kilómetros de longitud, el segundo puerto natural más largo de Europa. Puerta tradicional de entrada a la isla, puede albergar mil cuatrocientas embarcaciones, y nos espera con tesoros como la isla del Rey, que hasta hace unas décadas era usada como hospital militar; la isla del Lazareto, donde se recluía hace dos siglos a los enfermos de cólera y peste; las ruinas del Fuerte de San Felipe, y las destilerías del famoso «Gin Xoriguer» situado en las inmediaciones de la estación Marítima.
Paseando por el puerto de Mahón no es raro encontrarse a famosos que buscan la tranquilidad menorquina y que son son asiduos de la relajada escena nocturna de la zona de Poniente del puerto, donde Maó se pone guapa y luce sus mejores galas: sus restaurantes, bares y clubes de música.
¡Buen viaje!
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