Rodeada por los valles del Guadalquivir y del Guadalimar y salpicada por infinitos campos de olivos, Baeza -separada por solo ocho kilómetros de su hermana Úbeda, la otra gran joya del barroco andaluz y español-, su situación estratégica, como antiguo camino entre Castilla y Andalucía, la convirtió en un lugar muy apreciado por judíos, romanos y árabes que dejaron su huella y su esencia que aún hoy se puede descubrir, aunque será durante los siglos XVI y XVII cuando Baeza vivió su época de máximo esplendor, y lo que le ha dado merecida fama dejándonos una de las mejores muestras renacentistas de España en la que trabajaron los mejores artistas de la época, como el arquitecto Andrés de Valdelvira, y que luego se exportó a Latinoamérica en el periodo colonial.
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Vamos a dar un rápido paseo por el centro de la localidad y descubrir uno de los de mayores tesoros arquitectónicos del patrimonio español.
Paseando por Baeza se entiende que el mismísimo Antonio Machado se enamorara de la localidad, a la que llamaba “Señora”: Iglesias, palacios y casas señoriales proyectadas bajo un urbanismo de clara influencia italiana.
La Plaza del Pópulo,con la Fuente de los Leones en el centro, es una de las imágenes no por más repetida menos bonita de la ciudad, un monumento ibero-romano procedente de Cástulo.En la parte de arriba de la plaza está la Casa del Pópulo, un edificio plateresco decorado con medallones y que ahora alberga la oficina de turismo; a la izquierda tenéis la antigua carnicería, un edificio público del XVI con un impresionante (por lo grande) escudo de Carlos V. Al otro lado están el Arco de Villalar, erigido en 1521 para conmemorar la victoria del emperador sobre los comuneros. El otro arco corresponde a la Puerta de Jaén, vestigio del recinto amurallado. A la izquierda de la Casa del Pópulo salen unas escaleras que conducen a la calle Conde Romanones donde rápidamente veréis, a la izquierda, la capilla del Santo Cristo del Cambrón; en la misma calle está el Palacio del Marqués de Fontecillas y un poco más adelante la Puerta del Barbudo, junto al edificio de la Universidad y que al igual que la Puerta de Jaén formaba parte del recinto amurallado de la ciudad.
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El Palacio de Jabalquinto, con su fachada gótico-isabelina o flamígera es uno de los monumentos más bonitos y representativos de Baeza, con esos típicos salientes en forma de pirámide y florones que tanto recuerdan la Casa de las Conchas de Salamanca. Y la Plaza de Santa María, la segunda plaza más importante del pueblo, es muy amplia y presenta en el centro la fuente (el edificio que queda detrás de la fuente es el Seminario Conciliar San Felipe Neri) y, en la misma plaza, está la Catedral, que es la guardiana de una de las partes más bonitas y evocadoras de la localidad, las estrechas callejas empedradas que salen de sus espaldas y que parecen salidas de una película de capa y espada, rejas en las ventanas y puentes cubiertos que cruzan sobre ellas uniendo conventos. La belleza del tiempo que se ha detenido y el ensueño de la soledad…. Y eso, sin olvidarse de la Plaza del Mercado Viejo, donde está la vieja Alhóndiga, el palacio de los Condes de Garcíez o el precioso ayuntamiento, una de las mejores muestras del plateresco andaluz. ¿Quien no se imagina a D. Antonio Machado paseando su soledad?
¡Buen viaje!
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