Egipto no solo tiene para ti pirámides y el Nilo sino, también, excelentes lugares para practicar deportes náuticos y algunos de los más mágicos oasis del mundo.
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Aguas cristalinas, playas de arena rojiza y una gran variedad de peces exóticos y bellos arrecifes… Las playas de Egipto se encuentran entre las preferidas por aficionados a los deportes náuticos de todo el mundo, que por decenas de miles se dirigen a ellas cada año, sabedores de que, además de la calidad de las aguas, las infraestructuras están a la altura de la belleza de los enclaves que jalonan la península del Sinaí, a orillas del Mar Rojo.
El más conocido, Sharm el-Sheik, se divide entre las bahías de Na’ama y de Sharm al-Maya, y el “Gran Cañón”, Los Refugios, la Bahía del Tiburón, el Arrecife de Jackson, Ras um Sid, La torre, El jardín de la Anguila o el Arrecife de Gordon, son los puntos más destacados para dejar pasar los días practicando buceo o snorkelling. Al norte de Sharm el-Sheik se encuentra la pequeña población de Dahab, donde es posible practicar la inmersión, el snorkelling, el windsurf y el surf. Y en Hurghada, antiguamente un pueblo tradicional de pescadores y hoy un centro turístico donde no echarás nada en falta, hay innumerables arrecifes que serán el marco ideal para tus inmersiones.
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Las mejores playas del norte de la península se concentran en la zona de Al-Arish; en el golfo de Aqaba, con dieciséis kilómetros de playas, sus aguas están repletas de arrecifes coralinos que completan un paisaje perfecto para nadar, tomar el sol y bucear hasta llegar a los dos mil metros de profundidad que alcanzan algunos de sus puntos de inmersión. En Taba, una de las ciudades más importantes de la región, además de exprimir al máximo las actividades marinas, es posible jugar al golf y visitar los campamentos de beduinos en el desierto del Sinaí.
En la costa sur del Sinaí, a unos 70 kilómetros de Taba, aparecen las playas de Nuweiba, que tiene como gran atractivo su cercanía a Tarabin, un oasis con una gran plantación de palmeras y las ruinas de una fortaleza turca. Y ningún viaje al Sinaí está completo sin descubrir la reserva natural de Ras Abu Gallum que, con su particular biosfera, compuesta por más de ciento cincuenta especies, se convierte en uno de los entornos marítimos con más encanto de Egipto.
Y hay otro Egipto donde también el agua es protagonista: el de los oasis. Célebres desde la antigüedad, servían de lugar de aprovisionamiento y descanso a las grandes caravanas de beduinos. Hoy, los oasis son uno de los mayores atractivos turísticos del país. Uno de los principales oasis es el de Bahariya, a 360 kilómetros de El Cairo, con unas fuentes romanas de las que emanan chorros de agua a 33 grados de temperatura.
El Desierto Blanco, el desierto más famoso del país, posee una gran cantidad de increíbles y bellas formaciones excavadas por el viento en la roca. Sus enormes inselbergs, monolitos que parecen cohetes en la plataforma de lanzamiento y los hombros encogidos de soldados gigantes, sorprenden a los viajeros desde la Antigüedad. Otro imprescindible es el oasis de Farafra, donde el suelo contiene diferentes tonalidades y da comienzo el Desierto Negro, compuesto por rocas oscuras de diferentes texturas y una dureza similar a la del hierro. ¡Buen viaje!
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