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Además de bonito (tiene las típicas callejuelas empedradas, iglesias, etc.), este pueblo es divertido, muy divertido. Eso sí, siempre y cuando no se sufra de vértigo porque la gracia está en subir una especie de teleférico al aire libre, el Funivia Colle Eletto, que a simple vista parece una jaula de tortura y que tampoco transmite excesiva seguridad. En lo alto de la montaña está la Basilica di Sant’Ubaldo y, si aún se tiene buen cuerpo del viaje, dentro del templo está San Ubaldo de cuerpo presente y momificado… La otra opción es tomarse un café en el restaurante.
A las orillas del lago Trasimeno se encuentra esté bonito pueblo italiano de interior con aire pesquero. Uno de sus atractivos es ir de excursiones en barco a las islas del lago, por ejemplo a la Isola Maggiore. Otros encantos de la zona: las vistas a la fortaleza medieval y la gastronomía con pescado de la zona, aunque hay que tener en cuenta que el sabor del pescado de lago es fuerte e intenso, nada que ver con una pescadilla a la plancha.
Lo que más destaca de está pequeña población son las 14 torres medievales que aún sobreviven al paso de los años, pero asombra aún más pensar que hubo un total de 72 torres en la época más boyante de San Gimignano, con razón se conoce a este pueblo como el “Manhattan medieval”. Y para sumar más encanto, también cuenta con una muralla alrededor de toda la localidad. Es uno de los lugares más conocidos de la Toscana, imprescindible en cualquier «road trip» por la zona, así que no serás el único turista que paseé por sus calles.
“¡Buenos días princesa!” exclamaba Roberto Benigni por las calles de este precioso pueblo en ‘La vida es bella”. Además del atractivo de recorrer las localizaciones de esta película, Arezzo cuenta con una preciosa plaza que en las fiestas se engalana con banderines y escudos en sus fachadas. También es famoso su mercado de antigüedades el primer sábado y domingo de cada mes y un espectáculo de justas medievales en junio.
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Playas idílicas, calles empedradas y empinadas, artesanía, toldos creados con flores para mitigar el calor extremo en verano… Pequeños detalles que consiguen que Amalfi sea un lugar realmente especial. Aunque el turismo excesivo, los precios altos y las playas, aunque preciosas, no demasiado cómodas y poco accesibles, desinflan un poco magia que desprende.
En aquella época gloriosa del Renacimiento italiano se planificó una ciudad ideal, Sabbioneta. Pero en la actualidad es una población inquietante con muros en forma de estrella, con poca población y no excesivo turismo. En 2008 fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. El Teatro all’Antica es una de las visitas más interesantes, fue construido en el siglo XVI y está decorado con estatuas de dioses del Olimpo. Sabbionetaes considerado por muchos como el pueblo más bonito de Lombardia.
Se trata de una de las ciudades más religiosas de Italia, y es que aquí nacieron San Francisco de Asís y Santa Clara. Pasear por las calles supone cruzarse constantemente con monjas, miembros de la orden Franciscana y beatos en general. El pueblo transmite tranquilidad, sobre todo por la noche, y existen numerosas tiendas de belenes durante todo el año, se dice que San Francisco de Asís fue precursor de está tradición.
Destacar como un pueblo encantador dentro de la Toscana es realmente complicado porque probablemente es la región italiana con lugares más mágicos de todo el país, pero Lucca siempre aparece entre los sitios imprescindibles para visitar. Las murallas y el casco histórico se conservan perfectamente gracias a que nunca fue atacada por invasores y su plaza con edificios curvos es única. Solo advertir al viajero que si llega a Lucca y encuentra gente disfrazada de Mario Bros, Sailor Moon, Darth Vader u otros personajes de ciencia ficción y manga es porque aquí se celebra la convención más impórtate del país de este tipo.
Esta isla enamora al visitante desde el momento en que viaja a ella en “vaporetto” y, cuando pone un pie en ella, las casas de colores vivos alegran el día a cualquiera. Dice una leyenda urbana que los pescadores pintaban así sus casas para que al volver de faenar (con niebla y un tanto perjudicados por alcohol) les fuera más fácil encontrar su casa. Lo cierto es que Burano está menos abarrotada de turistas que Venecia, pero, aún así, verás más forasteros que autóctonos de la zona y comprobarás que los comercios están totalmente enfocados al visitante, incluso los de productos de encaje tradicional.
El color de la ciudad es el de toda Sicilia: ocre. En 1693 el pueblo sufrió un terremoto que destruyó casi por completo todas las edificaciones y se optó por reconstruirlo según el estilo de moda, el barroco. Así Noto es el ejemplo más espectacular de este estilo en toda Italia. El pueblo está dividido en dos, «Noto alta» y «Noto bassa«, esta última es la más interesante ya que aquí se asentaba la nobleza y se construyeron las opulentas calles con balcones forja.
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