La cocina de México está de moda. Despojada de tópicos que la simplifican o que la reducen a los términos tex-mex, la gastronomía mexicana tiene en España una delegación privilegiada para darse a conocer con toda su riqueza. Porque los restaurantes que seleccionamos son cien por cien mexicanos, locales en los que degustar algo más que unos nachos o unas enchiladas picantes como el infierno. Alta cocina, taquerías modestas pero de calidad, cantinas del siglo XXI y también tradicionales, chefs estrella, recetas mestizas y milenarias… Y mariachis, ¡los justos, güey!
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El primer y único restaurante mexicano de pura cepa con estrella Michelin tenía que encabezar este listado de mejores restaurantes mexicanos de España. Desde que abriera sus puertas en el barrio de Salamanca, el local del chef mexicano Roberto Ruiz no ha dejado de dar que hablar. Botanas, recetario explosivo presentado con aires contemporáneos, punto picoso perfecto, mezcales y tequilas en la planta de arriba… Alta gastronomía en definitiva. Ese tuétano a la brasa o el mismo guacamole preparado in situ dejan boquiabiertos. ¿El mejor mexicano fuera de México? O más.
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Conocido de siempre como Amor a la Mexicana, este colorido proyecto de Pedro Ortiz tiene el aval del Gobierno Federal Mexicano al reconocerle como “Auténtico Sabor de México”. Desde el respeto extremo por el producto, con el maíz como base y los chiles, el quitlacoche, el elote y el cilantro como pilares maestros, las recetas son siempre caseras y con influencias callejeras. Además del local del Arenal, cuenta con un espacio en el Gourmet Experience de El Corte Inglés de Plaza del Duque, así como servicio de catering.
3. Cantina Machito, Barcelona
El chef Javier Ruiz es todo un personaje en cuanto a gastronomía mexicana como propietario de la tienda Teicagüey y de la fábrica de tortillas La Antigua de México, más sus dos locales culinarios: Chido One y esta cantina del barrio de Gràcia, divertida y algo típica en su decoración llena de iconografía de siempre, pero sabrosa en cuanto a sus antojitos, sus quesadillas norteñas, su cochinita o su tinta poblana. Si no le haces ascos a masticar insectos, un plato combinado a base de chapulines, ahuautles y jumiles.
Desde Chueca (el local de la foto), esta taquería de concepto urbano se acaba de trasladar a una nueva dirección en la calle Ayala. El resultado no se resiente ya que sigue conservando las esencias de los sabores clásicos gracias a especialidades como sus flautas nada grasientas o sus tacos del pastor cortados en trompos. Las salsas se sirven aparte, todo un detalle.
Un negocio que no deja de crecer desde que en 2003 abriera su primer local, siguiera en 2007 con un segundo también muy céntrico y continuara con dos nuevos restaurantes hermanados en la misma ciudad, así como un servicio de catering de antojitos, taquizas y cazuelas. Son restaurantes modernos y bien ambientados en los que se sirven una carta variada con platos de raíces en los que no faltan antojitos, quesadillas, tacos, cazuelas, flautas y enchiladas.
6. Entre Suspiro y Suspiro, Madrid
Una institución veterana de la familia Castañeda, responsables de las pinturas que decoran el local, en el que se da un paso más en el recetario al que estamos acostumbrados. La tradición manda pero no por ello hay que renunciar -más bien lo contrario- a sus langostinos con chipotle y nata, su pato zempoala, su ceviche sinaloense o su sorbete de cactus. Tampoco hay que perderse su rincón de tequilas, una colección que es todo un museo del agave.
La aventura mexicana de Albert Adriá y Paco Méndez como colofón a un viaje emprendido por Oaxaca. Les dio tan fuerte que también en el Paralelo abrieron la Taquería Niño Viejo, de cocina menos elaborada al estilo de una cantina informal. Hoja Santa sigue el concepto de “alta cocina de barrio”. Carta algo escueta pero sofisticada. La marca Adriá es lo que tiene.
8. La Taquería del Alamillo, Madrid
Cómo no acordarse de este clásico de las noches de La Latina, siempre hasta los topes incluso en verano cuando el espacio se amplía gracias a su terraza. Por lo menos animación no falta para acompañar los platazos de chiles en nogada y, sobre todo, los molcajetes en piedra volcánica. Como debe ser.
También los molcajetes desfilan en este simpático local de diseño muy mexicano pero nada recurrente cerca del museo de Bellas Artes. Sin embargo, la cocina entendida por los hermanos Roberto y Ricardo Peña se rinde a lo tradicional. Platos con enjundia como mole con pollo, ceviche de pescado, pozole, chiles en nogada… Y esmeradas salsas servidas aparte, desde tranquilitas hasta vibrantes por no decir incendiarias.
Fue sin duda una de las revelaciones de la temporada 2014, un pequeño pero estiloso rincón junto al Ritz en donde el libérrimo chef Abraham García practica su personal revisión de la fusión cañí-mex. Platillos que suman dos culturas gastronómicas a partes iguales. Sus alubias de Tolosa a la mexicana son uno de sus mejores ejemplos. ¡Que cunda la mezcla!
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