Más sofisticada o más simple, nuestra manera de encarar la gastronomía es muy diversa. Pero hay una que nos resulta irresistible y a la que jamás querríamos renunciar: la hora del bocata. Invento divino. Meter buenas viandas entre dos panes es costumbre sagrada que devorar con las manos. Buscamos los santuarios de esta fórmula tan española y siempre exquisita de comer bocado a bocado. ¡Que aproveche!
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1. Porrón Canalla, Madrid
Empezamos por el último en llegar, pero es que con solo unos meses de rodaje, la propuesta bocatil del chef Juanjo López Bedmar nos ha llegado al alma. Su nombre lo dice todo. En un local de estética industrial y grafitera contiguo a La Tasquita de Enfrente, se concurre en mesas largas de madera para ventilarse bocatas en pan de verdad rellenos de productos básicos pero excelentes. Para qué irse más lejos cuando el Triball malasañero está tan molón. Especialidades: bocadillos de mejillones con patatas, de calamares, sardina con cebolla, jamón ibérico y pepito de ternera.
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2. Moltto, Valencia
El chef Juan Casamayor es el responsable de que en la edición de Madrid Fusión 2014 nombraran a su bocadillo «típico valenciano» como el mejor del mundo. A saber: morcilla de Montserrat, habitas tiernas, rúcula, pluma ibérica, queso brie gratinado y pan de cerveza. Esta maravilla está a disposición de los que quieran almorzarlo en este local de la Plaza de la Reina.
La bocadillería de la gente de Monvínic rinde homenaje al producto de la tierra, y lo hace con respeto ecológico pregonado a los cuatro vientos. Saben lo que se hacen, y prueba de ello son sus bocatas de perdiz o de pollo de payés. Pero su catálogo es más amplio.
4. Bocadillo de Jamón y Champán, Madrid
Algo de postureo tiene un lugar de diseño que se lanza al estrellato de esta fórmula con semejante nombre, una propuesta de picoteo lujoso firmado por Juan Tena y socios. La idea consiste en chapatas de jamón ibérico de bellota en pan de horno de leña + copas de champán francés. Postureo o no, suena bien. También, molletes, steak tartar, bocadillos de ventresca, chapatas con parmesano y mortadela trufada, bocadillos de tortilla de patata y algunas tartas.
Los fieles del almuerzo valenciano conocen de sobra este bar con más de medio siglo de andadura cuyos pepitos de ternera argentina son delicatesen y que, para más inri, pueden ser acompañados con combinados excelsos de coctelería clásica.
También la parroquia se agolpa a ríos hasta la barra de esta bocadillería clásica del Gótico, un rinconcito en la plaza de Sant Jaume que presume de los mejores bocatas Frankfurt con pan tostado de la Ciudad Condal. El aspecto es lo de menos, se engullen solos.
7. -La Punta de San Felipe, Cádiz
Muy lejos del glamour y del circuito habitual bocadillero, este bar es un secreto voceado por los que gustan de acodarse en su típica barra para trasegar cañas y saborear los dobladillos de la casa, tapa casi mítica de Manuel Antonio Rodríguez. En su segunda generación, la cosa sigue teniendo futuro.
8. Entrepanes Díaz, Barcelona
Tras el éxito del Bar Mut, Kim Díaz se sacó de la manga un nuevo lugar de peregrinaje bocatil. Experto él, la fórmula aplicada es una delicia: servicio incombustible y bocadillos de autor pasados por una cocina sincera. El entrepán de calamares con mayonesa y en su tinta es uno de sus referencias fetiche. Más: de costilla de cerdo confitada a baja temperatura, de kokotxas con alga marina, sandwich club… Bárbaros.
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