Unos nos suenan más bruscos y otros más melosos. Unos más ariscos y otros más románticos. Decenas de miles de acentos diferentes en todo el mundo pero solo unos pocos son los que son capaces de conquistarnos y ponernos cachondos.
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Si lo dice una encuesta –OnePoll- que ha entrevistado a más de 5.000 mujeres, ¿quiénes somos nosotros para desmentirlo? El irlandés resultó ganador. Dicen que es su cadencia melosa la que lo convirtió en el acento que más cachondo nos pone. Suponemos que una cita con The Corrs sonando de fondo será una de las experiencias más inolvidables que pueden suceder.
Es en el que todos y todas estábamos pensando aunque no tenemos claro si es la belleza de sus habitantes –hombres y mujeres-, su sensualidad o su sonido desenfadado lo que nos hace pensar del acento italiano como uno de los que más cachondos nos ponen en el mundo. Es así y no sabemos por qué.
Se disputan ese puesto mano a mano con los italianos aunque quizá esto es algo mucho más entendible para el público español. Esa pronunciación marcada y esas palabras que nos embaucan y que suena ¡tan bien!… convierten al argentino en uno de los acentos del mundo que más cachondos nos ponen. ¿O no?
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El famoso ‘obrigado’ seguro que te lo conoces pero hay mucho más, un montón de sílabas coloridas, libres y puntualmente toscas que le dan al portugués una personalidad única en el mundo y lo convierten en uno de los acentos que más cachondos nos ponen. Para ir entrando en calor esta noche puedes poner un fado de fondo durante la hora de la cena. .
¡Lo dicen los que saben de estas cosas así que no les llevaremos la contraria! Aunque probablemente no se nos ocurren más ejemplos que el de Sean Connery, y ni siquiera recordemos su tono de voz, es de esos que más cachondo nos pone. Su acento, el escocés. ¿O en qué estabas pensando? Los expertos aseguran que se debe a su ritmo es melódicos y acogedor.
En el país vecino tienen una forma de hablar que nos pone cachondos. ¿Sí o no? Sí. Lo que no tenemos tan claro es que sea su acento, que suena bien, o su forma de hablar a veces romántica y a veces un tanto condescendiente. La mejor forma de comprobarlo es dejando que nos inviten a cenar a la orilla del Sena con la Torre Eiffel de fondo.
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