Es nuestra intención adentrarnos en la espesura y perder por un rato la brújula en el interior de unos paisajes asombrosos llenos de magia y de historias para no dormir. No hay dos bosques iguales y, por eso, con nuestro calzado más cómodo, salimos a su encuentro en busca de aventuras y mucho aire puro. Será por árboles…
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1. La Araucanía, Chile
Este enclave ancestral en donde los dinosaurios tuvieron uno de sus últimos santuarios es reconocible por su tupido bosque de araucarias, Reserva de la Biosfera y hoy también parte del Parque Nacional Conguillío. Reconocible, decimos, por estos espigados árboles de la familia conífera culminados en vistosas copas y a los que se les apoda como paraguas. El gran lago y el volcán Llaima son los puntos fuertes de esta inmensa floresta andina rica también en fauna singular.
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2. Hoia-Baciu, Rumanía
No solo de belleza iba a vivir el cazador de bosques. Resulta tentador no participar de la fascinante historia de uno de los bosques más misteriosos del mundo, el que es conocido como el Triángulo de las Bermudas de Transilvania. ¡De Transilvania! En su histórica capital de Cluj-Napoca, cuentan los lugareños que el bosque está encantado ya que existe una retahíla de desapariciones, fenómenos extraños y hasta avistamientos de OVNIS. Dicen que adentrarse en él provoca malestar, náuseas, dolores de cabeza, y que los árboles que habitan en él conservan un curioso estado de deterioro.
3. Bosque mágico de Brocelianda, Inglaterra
Nada como un bosque en el que alimentar la leyenda. El también llamado de Paimpont, en pleno corazón bretón, es un bosque que salta de los relatos y los cuentos artúricos a la realidad de un paisaje de robles centenarios y menhires plantados en sus miles de hectáreas habitadas desde el neolítico. Precisamente un menhir señala la tumba del mago Merlín, justo donde el hada Viviene hizo cumplir su encantamiento. Cerca de Rennes, allí en Brocéliande se encuentran también el espejo de las hadas, la roca de los falsos amantes y el árbol de oro. Un parque temático de otro tiempo.
4. Bambús de Sagano, Japón
Salir de Kioto es ir a la búsqueda de los almendros en flor o en otoño acercarse hasta este conjunto único de bambú que ya tuvo hueco en el libro del siglo XI La Historia de Genji y que fue elegido por la espabilada aristocracia nipona como retiro de espiritualidad. No en vano, una de sus atracciones turísticas es el templo budista Tenryuji, del siglo XV y todo un Patrimonio de la Humanidad. Hasta el sonido de sus troncos danzarines cuando sopla el viento quiere ser preservado como un susurro zen que acompaña a los visitantes por sus senderos.
5. Giant Forest, Estados Unidos
Si planeas ruta por California y partes de San Francisco con intención de visitar los grandes parques nacionales no te irás sin descoyuntarte el cuello por conseguir divisar el final de una sucuoya. Pon rumbo Sequoia & Kings Canyon, con Yosemite y el monte Whitney ya vistos, y te darás de bruces con los 83,8 metros de tronco vertical del General Sherman, el árbol más grande del mundo, el gran gigante de este bosque lleno de gigantes.
6. Crooked Forest, Polonia
Más que por su frondosidad, diversidad autóctona o encanto fotográfico, lo que lleva a la lista a este bosque casi fronterizo con Alemania es su condición raruna. De todo el pinar que lo conforma, un puñado de árboles plantados en los años treinta se resiste a adoptar la forma normal y describe una curiosa curva casi a ras de suelo antes de volver a empinar su tronco hacia el cielo. Las teorías son múltiples, desde el peso de las capas de nieve durante el invierno, hasta algún tipo de intervención genética que facilite a los árboles ser carne de barco. Lo cierto es que ahí sigue el bosque torcido…
7. Selva Negra, Alemania
Para qué negarlo, sea tópico o no, hay que rendirse al poder de esta vasta extensión cuyo apelativo no alude al color de su manto sino al resultado de la opacidad de sus coníferas que bloquean el paso de los rayos del sol y oscurecen el piso siempre enigmático de este macizo montañoso convertido en todo un hito turístico al calor de sus lagos y estaciones termales. Abetos y más abetos, todos de cuento.
8. Parque Nacional de Plitvice, Croacia
Enormidad y colorido exagerado, la gran joya paisajística del país entra de lleno tanto en los rankings de bosques como en los de cascadas porque básicamente son sus dos bazas con las que, ya Patrimonio de la Humanidad desde 1979, intenta ser incluso nombrada una de las maravillas naturales del mundo. La variedad de su hoja perenne hace que el bosque sea igual de tupido y plástico en todas las épocas del año, aunque los dorados y rojos le sientan tan bien que otoño es su estación.
9. Bosque de Garajonay, La Gomera
Coronar el Alto de Garajonay y contemplar la inmensidad desde su mirador es la perfecta excusa para patear este pulmón de laurisilva conservado entre la bruma tal y como en la Era Terciaria se extendía aquí y en buena parte de Europa. Este bosque húmedo siempre verde, Patrimonio de la Humanidad como está mandado, es un viaje al pasado más remoto, a pesar de aquel maldito incendio propagado en la isla en verano de 2012.
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