Vistas de Lisboa. Migueltoribio, iStock
Siete miradores para siete colinas. Quien dice siete dice el doble o el triple porque Lisboa no escatima en vistas. La singular topografía de esta ciudad para ser admirada con deleite con la amplitud de un gran angular, ofrece todo tipo de miradouros bonitos desde los que asomarse en cualquier dirección. Así se tiene más a mano. Así se la quiere más.
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1. Mirador Sâo Pedro de Alcântara
Más que un rincón recoleto, una amplia terraza a dos niveles que sirve de entrada al Bairro Alto con acceso desde el elevador da Glória. Entre parterres y esculturas, la gente se arremolina para fotografiarse con el Castillo de San Jorge de fondo. Abajo, la masa de tejados que forma la Baixa; de frente, el Castelo y la Sé; más allá, el azul del inmenso Tajo.
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2. Mirador de Santa Luzia
En este caso sí hablamos más de escondite romántico, aunque el tránsito por Alfama camino del castillo y la catedral lo acabe de llenar de gente en hora punta turística. Los murales de azulejos –en la barandilla o en la fachada de la iglesia de la Orden de Malta-, las buganvillas y las parras hacen de este lugar algo mágico, más allá de unas vistas despejadas al Tajo.
3. Mirador de Portas do Sol
Vistas algo parecidas a las del anterior mirador, el de la Iglesia de Santa Lucía –con parada de tranvía en la puerta- es uno de los más recomendables del barrio de Alfama, ideal para un impasse en el bar con terraza con vistas a São Vicente de Fora, a los tejados rojos y al Tajo.
4. Mirador de Graça
El actual mirador Sophia de Mello Breyner Andresen siempre será el de Gracia, uno de los preferidos por los estudiantes lisboetas y extranjeros por su ambientazo, sus terrazas con sombra y nada careras, así como por su altura, desde donde se mira de tú a tú al castillo. Abajo, la Baixa, el Elevador de Santa Justa y el Convento do Carmo.
5. Mirador de la Senhora do Monte
Para muchos, el miradouro de Lisboa por excelencia. A más altura que ningún otro, junto a la capilla homónima, el esfuerzo que supone subir hasta él en el barrio de Graça se ve recompensado por un espacio bonito, con bancos de azulejos y tupidos pinos, pero sobre todo por las mejores vistas de la ciudad, puesta de sol incluida.
6. Castelo de Sâo Jorge
Como al fin y al cabo la visita al Castillo de San Jorge está garantizada, mejor incluir el mirador que lo precede cuyas vistas no desmerecen y en donde se encuentra el mejor descanso tras el pateo por las escaleras, almenas y cañones de esta imponente fortificación.
7. Mirador del Elevador de Santa Justa
Otro imprescindible, a pesar del tipismo. El famoso ascensor vertical que conecta Baixa y Chiado depara una sorpresa en el último tramo: una terraza panorámica especialmente recomendable a última hora de la tarde. Lisboa desde el mismo meollo.
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