Aunque en según qué casos pueden estar en peligro de extinción, los espacios de bienvenida siguen siendo la mejor carta de presentación de un hotel. Lujosos y clásicos, diáfanos a varias alturas, surrealistas o de arquitectura epatante. Los atrios más asombrosos del mundo los encontramos siempre en hoteles de diseño únicos. Esta es nuestra lista de lobbies inolvidables.
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¿Por qué? Por el enorme anillo de acero pulido que el diseñador Ron Arad concibió como escultura artística y, al mismo tiempo, mostrador de recepción en un espacio futurista.
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2. The Waterhouse At South Bund (Shanghái, China)
¿Por qué? Impactante look industrial para la rehabilitación de un almacén de los años treinta, incluido su más que sobrio lobby de 3 alturas. Desconchones y estética raw.
3. La Purificadora (Puebla, México)
¿Por qué? Transformación de una antigua fábrica de aguas por la arquitectura de Ricardo Legorreta. Espacios abiertos con vistas al patrimonio cultural de la ciudad. Un icono de la cadena Habita.
4. Hudson (Nueva York, Estados Unidos)
¿Por qué? Como en el St Martins Lane de Londres, por el mundo surrealista y teatral recreado por el inefable Phillipe Starck.
5. Pullman Hotel G Bangkok (Bangkok, Tailandia)
¿Por qué? Chispeante ambiente a la última fiel al lado más moderno de la ciudad. Más que un lobby, un decorado fotográfico.
6. Radisson Blu Berlin (Berlín, Alemania)
¿Por qué? Sencillamente por albergar el acuario cilíndrico más grande del mundo, el AquaDom. Suficiente, ¿no?
7. Mondrian South Beach (Miami, Estados Unidos)
¿Por qué? Por el también surrealista estilo del diseñador Marcel Wanders en un lobby que se acuerda del castillo de la Bella Durmiente, con una escalera flotante y unos ventanales que miran a la bahía.
8. Mandarin Oriental Tokio (Tokio, Japón)
¿Por qué? Por las vistas de vértigo a la metrópolis desde las dos últimos alturas de este rascacielos de 38 pisos.
9. ME London (Londres, Inglaterra)
¿Por qué? Elegancia propia de Norman Foster en una zona de bienvenida piramidal, coronada por una cubierta de cristal y en la que se proyectan un sinfín de iridiscentes juegos de luces.
¿Por qué? Por el jardín vertical de 18 metros de altura diseñado por el botánico francés Patrick Blanc.
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