España es un país netamente heladero. Eso es así, un país de calores, somos mediterráneos y nos encanta refrescarnos paladeando un cremoso, sorprendente y frrrrío helado. Los hay clásicos, claro, los italianos más puros de sabores de siempre, pero cada vez nos apetece más entrar en sabores y colores exóticos, diferentes, locos. Nos gusta experimentar. Pero no podemos renunciar al mágico equilibrio de ingredientes, a la alquimia perfecta que proporciona la suma de materias primas, técnica, elaboración y creatividad. Un mundo inabarcable el de las heladerías, del que te traemos una pequeña muestra para degustar en corte, en tarrina o a capazos. Estas son algunas de nuestras heladerías favoritas, algunas te dejarán verdaderamente helado.
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1. Rocambolesc, Girona , Platja d’Aro y Madrid
Ser la heladería de Jordi Roca ya es razón suficiente para encabezar esta y cualquier lista bien fría. El genio de los postres y las creaciones pasteleras de El Celler de Can Roca tiene en este local de fantasía la perfecta evocación del mundo de Willy Wonka con el sello de la interiorista Sandra Tarruella. Ofrece seis tipos de helados, cornete o terrina, combinados con 34 toppings distintos, así como cinco tipos de smoothies pero sobresale el kit para montar en casa el postre láctico de dulce de leche, helado de yogurt y helado de leche. En Madrid, en El Corte Inglés de Serrano.
2. La Clavelina, Arnedo (La Rioja)
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En realidad es una pastelería, pero su sección de helados merece un hueco en esta lista. Al frente está Alfonso Herce, uno de los grandes del helado patrio, integrante del equipo que se alzó con el primer premio a la mejor cubeta de helado de la Copa del Mundo de Rimini en 2010. Curioso esto de la tradición heladera riojana, con Andrés Sirvent como institución reverencial desde Calahorra. En la también veterana La Clavelina hay que pirrarse por el helado de leche de cabra o el de yogurt de amorena.
La heladería hipster por excelencia, porque la muchachada moderna necesita también su centro heladero. Y claro, la constante es la pureza natural y ecológica tanto de sus productos e ingredientes como incluso de los materiales reciclables del local. Helados y sorbetes artesanales de un sinfín de sabores y colores aunque sin experimentos, con ediciones limitadas de Baileys, maracuyá o manzana.
4. Can Miquel, Palma
Aquí se viene a bañarse en chocolate. Son tres generaciones las que vienen cumpliendo con la tradición heladera desde que en 1979 Miquel Solivellas abriera el primer local de la calle Jaime III. El catálogo de sabores es bien nutrido, de higos a chufas, con productos de la comarca e incluso con base de aceite, pero la vitrina de 24 variedades chocolateras es la gran tentación del negocio.
Una dirección fundamental si uno aprecia la calidad del mejor helado italiano. Massimo Pignata es el nombre clave detrás de tanta cremosidad mantenida a -12º, ni un grado más ni uno menos. Todo natural como la vida misma, desde el producto estrella, el helado de pistacho que, por supuesto, no es verde, al helado de cerezas, peladas y deshuesadas a mano. Es pasión por lo artesano, con dosis de diversión y fantasía, pues en eso también consiste el helado.
Lo que antaño fue tostadero de café y bombonería hoy es un paraíso heladero en donde Esther Ortiz López mantiene la sabiduría familiar tras más de cien años de andadura. El local nos sumerge en el pasado, los helados nos transportan desde técnicas de vanguardia a cientos de sabores que además de los más clásicos rompen todo convencionalismo con ingredientes gastronómicos como los chipirones, el salmón, los pimientos rojos o el aceite de oliva. O de quesos, o medicinales o de licores como el sorbete de pomelo al Campari o de uvas al vino tinto.
Pasión por su oficio y por Andalucía la de Joaquín Liria Bulnes, que traduce en helados con sabores tan arraigados pero al mismo tiempo sorprendentes como los de aceite de oliva, flor de azahar o manzanilla. Helados artesanos ideales para saborear Sevilla bien fría. Sus escaparates siempre son una tentación visual.
Desde 1947 los Zucchi están en el mundo del helado. Del helado italiano, se entiende, con locales por toda Italia salvo una excepción: la del Paseo de la Habana de Madrid, aunque acaban de abrir uno más en Viena. Mimo máximo por el producto y los detalles, con plátano de Canarias y fresas de Huelva, con sabores intensos de siempre y el pistacho de Bronte como estrella de la casa. Si uno se atreve con el cucurucho de cuatro bolas de helado, lo gozará.
9. DellaSera, Logroño
Otra vez La Rioja. Fernando Sáez se curtió en el restaurante familiar y aprendió algunas artes heladeras con Angelo Corvito, maestro de maestros. La etapa definitiva fue montar esta heladería propia en la que derretirse con sus creaciones de queso con arándanos, de mojito, o de todo tipo de sabores conectados con el terruño: mazapán riojanito, mosto de racima, zurracapote, frambuesas maceradas en vinagre de Haro… Todo queda en casa.
Una heladería triunfadora en las islas, un sencillo local con terraza enfrentada al mar que distribuye en exclusiva productos de Antiu Xixona. Así que tenemos el mejor helado de turrón asegurado todo el año, así como los divertidos helados de piruleta, palomitas de maíz y San Francisco.
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