Sí, amigos, somos raros por naturaleza, algunos más que otros. Y esa rareza se manifiesta de verdad cuando decidimos aficionarnos a algo tan compulsivamente que nos da por coleccionar cosas relacionadas con ese algo. Os vamos a poner algunos ejemplos de ello. Desde luego hay algunos que no os van a dejar indiferentes. Ahí van…
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1. Pelusa del ombligo.
Sin duda es la colección más sorprendente. ¿Qué tiene que pasar por la cabeza de alguien que decide coleccionar la pelusa que saca de su propio ombligo? La respuesta la tiene el australiano Graham Barker, que lleva haciéndolo desde 1984. En total lleva recolectados más de 22 gramos desde entonces.
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2. Conos de tráfico.
La pelusa del ombligo ocupa menos espacio pero… ¿los conos de tráfico? Y otra pregunta… ¿tanta variedad de conos de tráfico existen? El británico David Morgan ha decidido que los quiere todos y ya tiene 137, lo que según él ya son dos tercios de los modelos fabricados en el mundo.
3. Señales ‘Don’t disturb’.
Seguimos con las señales, aunque estas un poco menos voluminosas. Se trata de los cartoncitos que los hoteles ponen en las habitaciones para que sus huéspedes puedan indicar si ya se les puede hacer la habitación o prefieren que no se les moleste. Sí, el típico letrerito de ‘No molestar’, o en inglés ‘Don’t disturb’. El suizo Jean–François Vernetti tiene más de 11.000 recolectados de hoteles de 189 países diferentes.
4. Penes.
Ricemos el rizo. El islandés Sigurdur Hjartarson tiene un museo en el que muestra su colección de penes: 143 penes de 41 mamíferos. Pero aún tiene una asignatura pendiente: tener un pene humano en su colección.
5. Etiquetas de plátanos.
No abandonamos lo fálico porque Becky Martz ha conseguido hacerse con una colección muy curiosa. Más de 12.000 pegatinas de esas pequeñitas que llevan pegadas los plátanos de todo el mundo. ¿Se los habrá comido ella todos?
6. Muñecas hinchables.
Lo sexual tiene también tirón entre las colecciones más excéntricas. Y si no que se lo digan a Bob Gibbins, que asegura tener 240 muñecas hinchables aunque eso sí, las ha respetado porque jura no haber utilizado ninguna. ¡Menudo dineral invertido!
7. Paraguas.
Por último Nancy Hoffman, estadounidense, que cuenta con casi 800 paraguas diferentes a los que ha consagrado un museo propio. Ella misma te recibe cuando llegas a visitarlo y lo hace tocándote el acordeón. Muy demencial todo.
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