Córdoba es el mayor ejemplo de legado vivo de multiculturalidad no en vano fue capital bajo el Imperio Romano y también durante el Califato de los Omeyas. Ha sido declarada Patrimonio de la Humanidad por sus múltiples rincones históricos que unen el pasado con la modernidad.
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Déjate envolver por la armonía de la que hace más de mil años fuera símbolo del Islam y que se ha convertido en una de las construcciones históricas más hermosas de nuestro país. Su superficie de 23.400 metros cuadrados la convierten en la tercera mezquita más grande del mundo. Entre las múltiples estancias que puedes recorrer en su interior te recomendamos dos: el Patio de los Naranjos, el lugar elegido por las fieles para recitar sus oraciones, y la Torre de Alminar, un campanario de 93 metros de altura desde donde podrás obtener unas impresionantes vistas de la ciudad.
Al noreste de la Mezquita, sumérgete en la Judería, una de las zonas más características de Córdoba y la que mayor afluencia de turistas recibe. En pleno centro histórico de la ciudad, recorre sus estrechas calles –con Manriquez, Almanzor y Deanes como más representativas- y fíjate en las casas encaladas tan características de la zona. Asimismo, aprovecha para visitar dos auténticas joyas: la Sinagoga y el Zoco Municipal.
Lo primero que te llamará la atención es su edificación en un meandro del río Guadalquivir. Desde su construcción en el siglo XIV ha sido utilizado como fortaleza y palacio contando entre sus habitantes a los Reyes Católicos. El Patio Morisco y el Salón de los Mosaicos son dos paradas obligadas aunque estamos seguros de que los Jardines serán los que te terminen de enamorar. Un consejo, si puedes haz la visita de noche y podrás contemplar las fuentes soltando chorros de agua al son de notas musicales.
Si son Patrimonio de la Humanidad es por algo. La climatología favoreció la construcción de viviendas en torno a un patio que tenía una fuente o un pozo y un lavadero en la zona central. En ocasiones son viviendas unifamiliares y en otras son casas de vecinos. Aunque podrás disfrutar de ellos en diferentes puntos de la ciudad te recomendamos que acudas al barrio del Alcázar Viejo donde se encuentran los más característicos.
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Tras una intensa jornada, ¿se te ocurre un plan mejor que relajarte en los característicos baños árabes? Aunque tienen su origen en las termas romanas, su popularidad llegó durante la etapa musulmana en la Edad Media. Si prefieres empaparte de reseñas históricas en vez de ‘ponerte a remojo’ visita los baños árabes de Santa María (siglo XI) en el corazón de la Judería y recorre uno de los emplazamientos mejor conservados.
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