El verano tiene sus certezas. Los telediarios hablan de los peligros de la ola de calor y desde junio Ibiza se convierte en la capital de la fiesta mundial. Porque pase lo pase, Ibiza siempre es Ibiza, una marca internacional que vende hedonismo, contoneos bronceados y música electrónica desde templos paganos llamados discotecas. Por eso, si no quieres perderte entre el desfase de láseres de luz y cañones de humo, si quieres citarte con las fiestas en la playa más locas y si quieres lucir palmito y cultura clubber, apunta las 8 mejores discotecas de Ibiza.
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Veterana, pionera, imprescindible. Acreedora del título –concedido en los International Dance Music Awards- de mejor discoteca del mundo hasta en tres ocasiones, implantó las fiestas al aire libre y fue carne de la bohemia hippie en los ochenta. Si se pone hasta los topes, igual comparten escenario, pistas y terrazas hasta 5.000 personas. En cuanto al calendario de fiestas hay que marcar en rojo su fiesta de la espuma, Cocoon o La Matinée.
Una leyenda del after hour –hoy se limita a un horario convencional- con una trayectoria de éxitos acumulada desde su apertura hace un cuarto de siglo en Playa d’en Bossa. En la disco más premiada del planeta se sabe cuándo empieza la fiesta pero no cuándo termina. Música electrónica de primer nivel, domingos en los que no vale descansar y una terraza mítica. Están las franquicias de Menorca, Moscú o Nueva York, pero ninguna el Space original es el verdadero Space.
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Una nueva revolución en una Ibiza que se reinventa sin dejar de bailar. La actual Ibiza clubber demuestra poderío con ritmo y tecnología (wearable) alrededor de la súperpiscina del hotel de lujo y diseño vanguardista. Camas balinesas, palmeras, gogós de impresión, luces a cascoporro y hasta dosis de surrealismo. Desde 2011, una discoteca al aire libre básica.
Menor despliegue pero nunca menor ambiente. Otra vez Playa d’en Bossa es sinónimo de buen rollo y música a orillas del mar. Esta disco diurna es como un chiringuito al que se le ha ido la mano. Pero es que Ibiza es así de excesiva. Para beach clubs, el Bora Bora.
Palabras mayores. Literalmente ya que no sumergimos en la discoteca más grande sobre la faz de la tierra. Su aforo con capacidad para 10.000 almas hace de la masificación un espectáculo. La cúpula, la piscina interior (única en su especie), shows temáticos y eróticos, jardines, sala principal en un hangar colosal y fiestones del estilo de SupermartXé.
Tampoco es que este club sea pequeñito, y es que pueden compartirlo unas 5.000 personas. Frente a la pionera disco Es Paradis Terrenal, en Sant Antoni, sus números son de campeón: varias plantas, 13 barras, zona chill out… Además, es una discoteca ecléctica en lo musical y eso a veces se agradece.
Una de las últimas en llegar, esta discoteca de Sant Antoni representa la puesta en escena ibicenca más pintona. Corre el champán, la gente guapa se concentra en la piscina, las sirenas posan en la orilla, las gogós a lo suyo y las performances se adueñan de la fiesta. Además, hotel, beach club, música en directo, fiestas VIP… Ibiza soleada.
No se entiende la historia de Ibiza sin Pachá y sus dos cerezas. Desde los primeros setentas, es el gran referente del ocio nocturno en la isla, y de ahí al mundo entero. Fiestas como F*** me I´m Famous en la que David Guetta ejerce de maestro de ceremonias hace que la discoteca de las discotecas se mantenga vivita y coleando.
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