Viajar al norte de nuestro país siempre es un placer. Galicia, Asturias, Cantabria, País Vasco; Navarra, los Pirineos… Hoy nos vamos a fijar en lo más profundo de sus raíces, en su mitología propia, en sus leyendas. Son muchísimas las historias sobre ello pero nosotros hemos seleccionado seis. Si pasáis por alguno de estos lugares, acordaos de estas historias.
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1. La Santa Compaña
Cómo no, una leyenda gallega no podía faltar entre nuestras elegidas. En la tierra de las meigas (ya sabes aquello de que ‘haberlas, hailas’) es muy común eso de las leyendas. La de la Santa Compaña, muy arraigada también en Asturias, es la de una procesión de muertos, espíritus o almas en pena que se presentan de manera errante por las noches, sobre todo cerca de las iglesias. Lo hacen con una intención: visitar a todo aquel que vaya a fallecer en breve.
2. Las Xanas
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La variante asturiana de una sirena es una xana. Se trata de bellas mujeres o ninfas, siempre cerca del agua, que con su canto y su belleza atraen a los hombres. Se supone que están atadas a fuentes o manantiales y piden ayuda a los hombres del campo para que las liberen. Pero las xanas también tienen un lado malo: castigan a los hombres de mal corazón o a aquellos que prometen liberarlas y en el último momento se arrepienten. Una de las leyendas relacionadas con las xanas es la del ‘panecillo de los cuatro cuernos’. Una xana promete a un campesino una inmensa riqueza si la ayuda a liberarla de la fuente a la que está atada. Él acepta pero la xana le pide que tiene que guardarle antes un extraño pan en su casa durante un año. Así lo hace, y se lo explica a su mujer. Ésta, durante ese año, da un mordisco a uno de los cuatro picos del pan y empieza a salir sangre por lo que intenta disimular el mordisco y lo vuelve a guardar. Cuando se cumple un año y el campesino se lo lleva a la xana, el pan se convierte en un hermoso caballo con solo tres piernas y con el que poco podían hacer. La xana, al enterarse que ha sido responsabilidad de su mujer, la maldice.
3. Leyenda de Teodosio de Goñi
Navarra también es una tierra de leyendas. La que os traemos es una de ellas. Teodosio era un caballero que vivía en el valle de Goñi que, tras casarse, se fue a luchar contra los árabes. Mientras, en su palacio, se quedaron su mujer y los padres de Teodosio. Ella, al quedarse sola, le cedió a sus suegros la habitación de matrimonio y ella dormiría en una más pequeña. Cuando Teodosio volvía, antes de llegar a su palacio, se le apareció el Diablo disfrazado de Basajaun (Señor de los bosques) y le dijo que su mujer le estaba engañando con un criado. Así, Teodosio, al llegar, entró en el dormitorio matrimonial y mató a las dos personas que había en la cama. Teodosio creyó haber había matado a su mujer y al amante pero inmediatamente vio a ésta en otra estancia: realmente había matado a sus propios padres. Como penitencia se ató una cadena al pie y se retiró a terminar sus días a una cueva, donde el dragón Herensuge apareció una noche con intención de comérselo. Teodosio imploró la protección de San Miguel y el propio Arcángel San Miguel apareció y con la cruz que llevaba en la cabeza mató al dragón y soltó de su cadena a Teodosio. Fue perdonado por Dios y además le regalo su reliquia. Cuando quedó libre fue a Goñi a buscar a su mujer que allí le esperaba y agradecidos erigieron un santuario al Arcángel llamado San Miguel in Excelsis (en la imagen).
4. Mateo Txistu
Una de las leyendas del País Vasco es la de Mateo Txistu, un cura muy aficionado a cazar. Por ello fue condenado a vagar de por vida con sus perros de caza de un lado a otro. No ha vuelto ni volverá, y por eso se cuenta que aún hoy en día por los montes de Euskadi se oye su silbido de llamada a sus perros.
5. La leyenda del Monte Perdido
Monte Perdido, en Huesca, es una de las cumbres más altas de los Pirineos y también escenario de diversas leyendas, sobre todo relacionadas con su nacimiento. Cuentan que existía en los Pirineos un ermitaño muy que prefería vivir alejado del resto de la gente, en quienes despertaba una sensación de miedo y temor. Hasta que un día, un valeroso cazador decidió ir a por él y matarlo. Así lo hizo y justo en el momento de contarlo en su pueblo, le cayó un rayo encima y de entre las nubes apareció un monte que se supone que era el alma del ermitaño. Por eso se llamó Monte Perdido.
6. La leyenda del Hombre Pez
Y para terminar, una leyenda cántabra, la del Hombre Pez. Un joven de Liérganes (municipio cántabro) llamado Francisco de la Vega desapareció en la ría de Bilbao en 1674. Sus familiares y amigos le dieron por ahogado pero cinco años después, unos pescadores lo encontraron en sus redes mientras pescaban… ¡en la bahía de Cádiz! Tras varios días sin hablar, lo primero que dijo fue “Liérganes”. El Secretario de la Inquisición, que estaba en Cádiz en ese momento, reconoció la palabra porque dio la casualidad que él mismo era natural de Liérganes, y se encargó de devolver al Hombre Pez a su lugar de origen. Desde su vuelta, el Hombre Pez vivió durante nueve años en Liérganes, merodeando el río con tristeza y pena, a veces como alocado, hasta que un buen día desapareció de nuevo en el mar, esta vez definitivamente. En la imagen, la estatua que hay erigida en su honor.
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