La fachada colosal de la universidad más antigua que existe en España es, sin duda, uno de los lugares más visitados de Salamanca. El reclamo turístico se debe no sólo a su majestuosa arquitectura, sino también a las leyendas sobre este espectacular edificio y sobre la ciudad en general. Éstas son las más conocidas.
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1. La rana encima de la calavera
Una de las leyendas cuenta que la rana escondida encima de una calavera, en la fachada principal de la universidad, funcionaba como una especie de talismán. Todos aquellos estudiantes que querían aprobar sus exámenes, tenían que encontrar la dichosa rana. De no hallarla, no podrían doctorarse.
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2. La cueva del Diablo
Cuenta la leyenda que el Diablo en persona impartía clases de nigromancia y esoterismo en una cueva a grupos de siete estudiantes durante siete años. Al concluir los estudios, uno de los estudiantes, elegido por sorteo, tenía que quedarse al servicio del demonio para recompensar sus enseñanzas. El Marqués de Villena fue sorteado. Consiguió huir con vida, aunque en su fuga perdió la sombra. Por eso, quedó señalado como seguidor de Satanás.
3. Lunes de Aguas
Es un día muy típico en Salamanca, en el que todo el mundo sale al campo a comer el hornazo. La costumbre se remonta al sigo XVI, cuando Felipe II dictó unas normas por las que, durante la cuaresma y Semana Santa, las prostitutas de la ciudad debían abandonar Salamanca para salvaguardar la moral y las buenas costumbres cristianas.
Para cumplir con el mandato, cruzaban al otro lado del río y quedaban hasta el lunes siguiente al lunes de Pascua bajo la custodia de un clérigo, conocido popularmente como el Padre Putas. Entonces volvían a la ciudad atravesando el río en barcas. La vuelta era motivo de fiesta entre los estudiantes, que se acercaban al río a recibir a las muchachas con bebida y hornazo. Hoy los salmantinos siguen celebrando una tarde de merienda con hornazo a orillas del Tormes.
4. La casa de las conchas
Según la leyenda, bajo una de las conchas de su fachada se encuentra una onza de oro y aquel que la encuentre, podrá quedarse con ella. En realidad, era costumbre en la construcción poner alguna moneda de oro en los cimientos, con el fin de atraer la buena suerte sobre el edificio.
5. Calle Tentenecio
Dice la leyenda que un día San Juan de Sahagún, un fraile agustino que vivió en el siglo XV, caminaba por esta calle, cuando un toro enorme que se había escapado de un mercado cercano se adentró por ella. El morlaco corría embistiendo todo lo que encontraba en su camino. San Juan, al ver el peligro, se plantó frente a él y le gritó “¡Tente, necio!”. El toro se paró mansamente. Desde entonces, la calle se llama así, Tentenecio.
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Me da mucha informacion no sabia todo esto.