No es que nos gusten, es que las necesitamos. Lo que antes era un hallazgo hoy es casi una rutina de hotel. Zambullirse en una delicada lámina de agua y deslizarse hasta su horizonte desvanecido para asomarse al infinito. Qué gozada, qué vistas, qué lujo. De vaso desbordante, las infinity pools demuestran que nos pierden porque son las reinas del verano. Urbanas en la azotea de un rascacielos, colgadas de las montañas, confundidas con el azul marino, solitarias y perdidas en mitad del paraíso… Ay, cómo os queremos.
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1. Marina Bay Sands Hotel, Singapur
Perfecta portada del tema, la piscina más icónica del mundo, la más grande de todas las que se encaraman a terrazas de hotel, una locura suspendida sobre las tres torres gigantes de este símbolo de la ostentación hospitalaria asiática. Casi un mar en curva en el que nadar mientras el sol cae sobre el skyline de la ciudad.
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La selva de Ubud está abonada a las piscinas de ensueño. Pero ninguna como esta, otra postal del planeta infinity, rodeada de jardines babilónicos frente a un viejo templo budista y dividida en dos niveles a falta de uno. Surrealista, evocadora. No hay ninguna como ella, por ahora…
3. Monastero Santa Rosa, Italia
Clásica pero deliciosa. Encaramada en lo más alto de un acantilado completamente vertical, es el broche exclusivo de un hotel magnífico digno del mayor lujo de la Costa Amalfitana. No apta para huéspedes con problemas de vértigo. ¡Glups!
Una rareza, una maravilla. Los Alpes esconden esta joya anidada en un valle de cuento. En verano, exuberancia por doquier, todo verde. En invierno… Pues en invierno, vistas impagables a las montañas nevadas. ¿Por qué no?
Llamar lujoso a este hotel es quedarse muy corto. Entre las montañas Al Hajar y su propia playa privada del Golfo de Omán cómo no creerse el sultán. Su piscina infinita, una de las tres del complejo, no puede ocupar mejor lugar paralela a la orilla. Una pocholada.
La pileta que nos ocupa no es demasiado grande pero es una de las piscinas más bonitas del mundo. Es lo que tiene pertenecer a un hotel tan exquisito, tan de diseño, y tener de fondo los morros rocosos más famosos del planeta. Estamos en Ipanema, palabras mayores.
Uno de los destinos especializados en piscinas colgadas sobre el mar nos lleva a este hotel de lujo en pequeñas dosis, blanco impoluto y cegador, y con una terraza con piscina caprichosa que tiene unas vistas a la célebre Caldera y al atardecer que quita en sentido. ¡Mediterráneo en vena!
8. Six Senses Yao Noi, Tailandia
Es tumbarse a la bartola frente al paisaje único de la bahía de Phang Nga y pensar que no hay nada más propicio para la existencia de una piscina de borde infinito. Entre Krabi y Phuket, esta isla del Mar de Andamán cuenta con un exclusivo Six Senses y, claro, tenía que tener su piscina volada sobre la maleza y las aguas. Al fondo, entre el azul de la piscina y el mar, las formaciones calizas que tanta fama dan al lugar.
9. One&Only Reethi Rah, Maldivas
Por supuesto, Maldivas. El exotismo supremo protagonizado por este trozo del paraíso tiene continuidad en una minimalista pieza longitudinal que se interna uno cuantos metros sobre las transparentes aguas de la laguna. No es la única piscina infinita del hotel pero esta especie de cama acuática nos parece arrebatadora.
No todo tiene que ser playa. Cerramos el listado con una atípica criatura piscinera localizada en plena reserva salvaje, en la sabana africana. El campamento del rancho Mathews tiene todas las comodidades, pero su mayor puntazo es esta charca perfecta para compartir baño con los elefantes o los impalas. ¡Oh!
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