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Las 10 cosas que más se roban en los hoteles

¡Confiesa! Si estás leyendo esto es porque, en realidad, quieres saber si en esta lista vas a encontrar aquello que birlaste en este hotel tan «puchi» al que fuiste con… ya sabes quién. Pues lo más seguro es que sí, que esté. Y si no está, pues nos lo dices, porque en realidad esta lista podría ampliarse hasta el infinito y más allá. De momento, nos quedamos con las 10 cosas que suelen robarse habitualmente. ¿Que ya lo sabes porque es lo típico? Lee, lee… Quizá alguna te sorprenda.

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1. Toallas, albornoces y zapatillas. No es el más llamativo, pero sí el más frecuente. Si lo piensas fríamente la verdad es que es un asco, ¿no? ¿Cuántos cuerpos habrán abrazado esas toallas y esos albornoces de hotel a lo largo de su vida útil? Sí, cuerpos, cuerpos, cuerpos con todas sus partes, las más limpias y las más recónditas… ¿Cuántas veces habrán sido lavados con esos desinfectantes que huelen a lejía? Y aún más… ¿De verdad te parecen bonitas las toallas y ponibles los albornoces? En el caso de las zapatillas, al menos muchas son de usar y tirar. En fin, a uno sólo se le ocurre pensar que, como declaran los que han sido pillados in fraganti con una de esas toallas en la maleta, en realidad se las llevan más a modo de «recuerdo» que de otra cosa.

2. Jaboncitos, champús, gorritos del baño, cepillitos de dientes, sales de baño, cremitas corporales... Lo que viene siendo el kit de bienvenida y aseo que siempre cotilleamos en cuanto entramos en el cuarto de baño es algo que ni siquiera podría considerarse un robo. Pero aquí viene la pregunta: ¿de verdad es necesario hacer acopio de botecitos como si se fuera a acabar el mundo? ¿Es necesario aprovechar para coger todo tipo de botes del carrito del personal de limpieza está arreglando las habitaciones cuando el empleado o empleada no se dan cuenta? Y seguimos… La cestitao bandeja tan mona en la que se suelen colocar las amenities, sí, esa que te viene estupenda para tu cuarto de baño. Pues sí, llevártela como si estuvieras en tu derecho… Sí, eso es robar.

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3. Dar el cambiazo en las bombillas y llevarte las pilas del mando a distancia. Pobre del dueño de hotel que se le ocurra poner bombillas de bajo consumo a tutiplén en sus habitaciones. A la hora de gorronear los hay tan profesionales que no dudan en llevarse la bombilla de bajo consumo de cada una de las lamparitas de la habitación dejando, eso sí, otras menos caras de repuesto como detalle. Otro clásico es guardarse las pilas del mando a distancia. Sí, sí… como lo oyes. Pero seamos serios, ¿cuánto cuestan las pilas del mando a distancia? Si es que en estos dos casos no cuela ni el argumento de «me lo llevé de recuerdo».

4. El cuadernito y el bolígrafo del hotel. Hombre, en este caso como lleva el logo del hotel y en algunos casos la dirección y el teléfono y todo, pues casi es obligado porque, de alguna manera, está puesto ahí para eso, para que les hagas publicidad allá donde te lleves el boli y el cuadernito. El problema viene cuando se convierte en obsesión eso de llevarte todo tipo de artículo de papelería que aparece en la habitación. La carpeta esa que parece de cuero pero no es de cuero, que es donde te ponen la carta y los precios de aquello que pidas al servicio de habitaciones, la Biblia en varios idiomas que suelen incluir algunos hoteles en sus cajones y las revistas de lifestyle, glamour o moda que suelen dejarse junto al bloc de notas y el boli. Sí, esos que te guardaste en la maleta en cuanto entraste en la habitación.

5. Jarrones, piezas de cerámica de adorno, flores secas o frutas decorativas, posavasos, vacíabolsillos... Y es que cuando uno entra en la que durante un tiempo limitado va a ser su habitación, le entra algo así como una especie de ansiedad por llevárselo todo envalentonándose con la frase: «Pues si lo he pagado, y además bien pagado»… Pero claro, lo que se ha pagado es la estancia y los servicios contratados, pero no el jarroncito ese tan mono con las flores secas que te quedaría de perlas en tu cuarto de baño.

6. Asaltando el minibar. Aquí más que de robo habría que hablar de picaresca. Los recursos para no pagar las botellitas de licor que te acabas bebiendo en una noche tontorrona son de lo más variopintas. Que si la de whisky p la de ron se rellena con infusión de té (sí, con esa bolsita de té que te han dejado por cortesía también en tu habitación y que ahora usas para que no te pillen), o la de vodka o ginebra, conagua, o se inventan mil y una argucias para burlas los sistemas que hacen el recuento de modo tecnológico (lo que algunos no saben es que en realidad ese recuento no sustituye al manual, pues el otro también se sigue haciendo de forma aleatoria).

7. Cubertería, vasos , tazas y copas… En algunos casos los robos trascienden al ámbito íntimo de la habitación para pasar a producirse con todo el descaro del mundo directamente en las zonas comunes, sobre todo el día en el que dejas la habitación. Las piezas de la cubertería son de lo más golosas, sobre todo las cucharillas, y también los vasos, las tazas o las copas, sobre todo si tienen algún elemento original o distintivo, o si son de loza resistente. Gusta mucho también el cuchillito plano para untar la mantequilla, vamos, el untador.

8. Lo de los rellenos de las almohadas o los edredones ya es pasar a mayores, pero pasa, vaya si pasa, sobre todo en los casos en los que los viajeros portan una de esas maletas en las que podrían caber ellos mismos dentro. Es que los edredones de los hoteles son tan calentitos pero qué asco, ¿no? Con la cantidad de cabezas pensantes que habrán babeado en la almohada, durmiendo o no… Pero eso no parece importar a los adictos al robo de almohadas y tampoco a los que se pirran por un edredón o una colcha. Mira, si es que para gustos…

9. Los espejos, los apliques, los pomos de puertas y armarios y los embellecedores de los muebles también desaparecen, aunque quizá en estos casos sí que tenga un componente más sentimental, quiero decir, «como elemento de recuerdo» que otra cosa, porque me dirás dónde pones un embecelledor de esos o un aplique que coges así al tun tún. Claro, que de expertos está el mundo lleno. Hay que ser un poco friki para saber qué elementos decorativos son estándar y cuáles no… Pero haberlos, hay los. Decofrikis, me refiero… Y mucho más de lo que creemos.

10. La cubitera del champán, los tapones del lavabo y de la bañera (en el caso de que tengan formas originales y realmente se puedan soltar), la bolsa de tela para dejar la ropa sucia en la lavandería, el secador de pelo (en el caso que esté suelto o sea fácil de quitar de la pared, aunque eso ya es para nota) y alguna que otra lamparita pequeña que cabe en cualquier maleta son algunos de los robos menos frecuentes, pero que también figuran en esta lista.

 

 
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Redacción

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  • Yo suelo robar vasos de 100 montaditos y cuando voy a un bar me los llevo hago colecciones de vasos en mi casa

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