La revolución tecnológica, si no simplifica nuestra vida presente, ni es revolución ni es nada. De poco sirven los cuentos de ciencia ficción mientras la gente de a pie no sienta que sus problemas reales y diarios tienen solución. Cuentos chinos serían entonces. Porque, para qué engañarnos, toda ayuda es poca. La realidad virtual es una de las aplicaciones que cada vez más encuentran práctica aquí y ahora. Veamos cómo.
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Una sociedad infestada de miedos y traumas como la nuestra ha podido hacerse con la herramienta definitiva: la realidad virtual como la terapia perfecta. Agorafobia, claustrofobia, estrés postraumático… Miedo, pánico, fobia a volar. Aerofobia. En 2013 nació Psious (VP Therapy), un programa de realidad virtual diseñado por dos barceloneses, uno de ellos aquejado de esta dolencia tan extendida. De hecho, Dani Roig superó su fobia incluso antes de lanzar su plataforma, que lanza a las gafas las imágenes virtuales desde un software descargado en el ordenador, conectado a su vez con un móvil y unos sensores biológicos.
Psious reproduce distintas situaciones a bordo de un avión. No falta el despegue, el aterrizaje ni las temidas turbulencias. Aislar al sujeto y enfrentarlo a su trama, en este caso al interior de un avión en pleno vuelo, para poder controlar sus reacciones, explicarlas, modelarlas y moderarlas, y con la oportunidad de tirar de paracaídas siempre que se quiera: con pausar el programa y quitarse las gafas el peligro desaparece.
Esta terapia inmersiva, supervisada por psicólogos y profesionales terapeutas, parece funcionar. De hecho, en España cada vez se utiliza más este método aplicado a múltiples trastornos, y ya está presente en cinco hospitales públicos. Si Freud levantara la cabeza.
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