Advertencia: no es el argumento de una novela de Julio Verne. Esto existe, es real. Aunque el novelista universal hubiera querido inspirarse en un lugar así, tan extraño, tan ignoto, tan de otros mundos. Un lugar perdido a lo largo del tiempo y que ha desarrollado incluso su propio clima, encerrado en sí mismo, a la espera de ser iluminado por primera vez por la mano del hombre.
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Tuvieron que pasar milenios hasta que en 1991 un humilde campesino y granjero de nombre Ho Khanh se tropezara por casualidad con la que a la postre se reveló como la cueva más grande del planeta. El hombre, en su recorrido habitual por la espesura del Parque Nacional Phong Nha Ke Bang, en la provincia vietnamita de Quang Binh, casi fronteriza con Laos, de repente dejó de hacer suelo por lo que, ante su sorpresa, se abría como la puerta a lo desconocido. Sin saberlo, había descubierto Son Doong.
Sin embargo, no fue hasta el año 2009 cuando se certifica su descubrimiento como tal gracias a un grupo de espeleólogos británicos liderados por Howard Limbert. Su aventura corroboró que la cueva no había sido hollada jamás, que el hombre no la había puesto la mano encima ni tan siquiera para garabatear en sus paredes.
Formada hace más de dos millones de años –hasta cinco podría llegar a imaginarse-, la cueva Son Doong se resistió en un primer intento de ser recorrida en su totalidad. El paso por su gigantesca galería fue interrumpido cuando el equipo de la primera expedición se topó con una pared de calcita fangosa, bautizada como la Gran Muralla de Vietnam. Un año después regresaron y lograron pasar al otro lado para alcanzar el final de las tripas de la caverna.
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En total, unos números que dejan boquiabierto al más avezado de los espeleólogos y a cualquier científico: 200 metros de ancho, 150 metros de altura y 9 kilómetros de largo, cifras que doblan a las de Cueva del Ciervo, en Malasia. La Asociación Británica de Investigación de Cuevas, la BCRA, se rindió a la evidencia: Son Doong es la cueva más grande del mundo.
Como parte de una red de 150 cuevas, Son Doong tiene su propia mata selvática, ha desarrollado sus propias condiciones climatológicas –con sus propias nubes de lluvia- y ha ido modelando su estructura por la presencia de un río torrencial de montaña que ha erosionado la piedra caliza hasta el punto de que parte del techo se vino abajo dejando a la vista un sistema de tragaluces.
Virgen hasta ese primer contacto, Son Doong fue abierta en 2013 a una visita guiada para turistas pero no deja de servir de esperanza a aquéllos que quieren creer que todavía puede haber más lugares por descubrir.
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