Allá por 2011, un habilidoso jardinero y empedernido viajero, de nombre Barry Cox, se propuso realizar un curioso proyecto. Prendado por las bellas iglesias y catedrales que había contemplado en sus muchos viajes por el mundo, se decidió a construir la primera iglesia hecha solo con arboles, trasplantados uno a uno.
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Tras años de meticuloso trabajo, el espectacular resultado ya se puede admirar en Ohaupo, en la isla norte de Nueva Zelanda. Pero si te acercas a la zona no solo podrás disfrutar de la fascinante iglesia-árbol, sino que en el mismo jardín nos podemos encontrar con pequeños lagos y un increíble laberinto hecho con la vegetación del lugar.
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