Imagina un lugar con unas playa idílicas, unas dunas de arena impoluta que parecen salidas del desierto del Sahara y un agua cristalina y tibia. Todo eso es Jericoacoara o “Jeri”, como los guías locales llaman cariñosamente a este lugar. Es un pequeño pueblo de pescadores en el Estado de Ceará, en el noreste de Brasil, lleno de atractivos para todo tipo de turista.
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El primero: hace calor todo el año. Es un destino ideal para huir del rigor del invierno español y una opción espléndida para pasar las vacaciones de verano. De hecho, la temporada alta de turismo en Jericoacoara va de julio a enero.
Su increíble paisaje costero es famoso por sus acantilados color ocre y por la icónica Pedra Furada, el lugar que te brindará la puesta de sol perfecta. Entre el 15 de junio y el 30 de julio, el sol cae justo en el medio del arco, creando un paisaje de una belleza casi irreal.
Ubicado a unos 300 kilómetros de Fortaleza, Jericoacoara es un destino perfecto para quien quiere huir del estrés de la urbe y para los amantes de los deportes. Aquí podrás practicar surf, kitesurf u otro deporte acuático muy indicado para los perezosos: tirarte horas en una hamaca tendida en el medio del mar, donde podrás broncearte mientras el agua del mar mantiene fresca la temperatura de tu cuerpo.
Por supuesto, no puedes perder la oportunidad de deslizarte por las dunas de arenas como si fueses un niño. Puedes recorrer esta área en 4×4, buggy o quad. Todas estas opciones son igualmente divertidas y te brindarán otra puesta de sol inolvidable desde lo alto de una duna.
Cabe destacar que en la aldea no hay asfalto: todas las calles son de arena y solo pueden circular los vehículos de los residentes y de los guías autorizados, lo que contribuye a crear una sensación de oasis. Hay muchas posibilidades de alojamiento para todos los gustos y bolsillos. Si tienes algo más de presupuesto, es recomendable conocer el Essenza Hotel, a orillas de la playa y decorado con gusto por un italiano que conoció este lugar y nunca más quiso salir.
La comida es otro punto fuerte de Jericoacoara. Podrás degustar langostas a precio de ganga y una gran variedad de pescados. Hay muchos chiringuitos a lo largo del litoral, pero si te gustan los sitios menos masificados y con una atención personalizada, te recomendamos el Komakí Barrinha. Sus dueños dejaron la agitada Sao Paulo para dedicarse a un negocio familiar que cuidan con cariño y esmero.
Por la noche no dejes de conocer lo bares de Jeri y de bailar el forró, la típica danza de esta región, famosa por sus movimientos sensuales. Si te gusta el reggae, también encontrarás lugares en los que podrás relajarte con un par de caipirinhas o caipivodkas.
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