Ya nos hicimos eco en El Viajero Fisgón de esta tendencia. Los restaurantes nudistas empiezan a prosperar como una opción apetecible para un colectivo, el naturista, que no para de crecer en todo el mundo. En Londres ya conocimos a uno de estos restaurantes que, al principio en formato pop up, llegó a tener mucho tirón. Pues precisamente inspirado en la idea de ese The Bunyadi nace, en 2017, el primer restaurante nudista de España: Innato.
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El empresario Tony de Leonardis, italiano pero afincado en Tenerife, quiso trasladar este modelo despreocupado al municipio de Granadilla de Abona, al sur de la isla. El lugar concreto, un restaurante antes especializado en carne de avestruz con su granja contigua y todo. La intención del hostelero es que Innato se afiance como un referente gastronómico en la zona. Más allá del morbo erótico de la propuesta, que lo tiene, y de su planteamiento de libertad y vuelta a los orígenes, para lograr su objetivo fichó al chef Olindo Donadio, ex mano derecha del mediático Gordon Ramsay.
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Por un lado, decíamos, el morbo erótico. Innato es un restaurante nudista, hasta ahí más o menos normal, pero avanza hacia cierto sensacionalismo con la inclusión, a los entrantes y a los postres, de una especie de body sushi. Esto es, los bocados se presentan en los cuerpos desnudos de varios modelos para que los comensales los cojan directamente con sus manitas. Lo llaman happy ending dessert.
Por el otro, el concepto más o menos gastronómico y de puesta en escena. En Innato se ofrecen sólo cenas a 150 euros por pareja cualquiera de estos tres menús: carne, pescado y vegetariano. Se cocina a la leña, los vinos son biodinámicos y locales, mientras que las cervezas son artesanales. Los comensales deberán despojarse de vestimenta y pertenencias y les será entregados albornoces y pantuflas. Ya a las mesas, en cueros vivos. Sus posaderas se aposentan sobre fundas de cojín de un único uso. La ambientación, entre plantas, maderas y bambúes, corre a cargo de la luz de las antorchas y de las velas. Más calidez, más primitivismo.
Hay una parte del restaurante que puede ser ocupada por clientes que no deseen cenar sin ropa. Esa mesa no tendrá derecho a final feliz.
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