La capital del reino está empeñada en ser referencia gastronómica y cada año dicho impulso tiene su reflejo en el dictamen Michelin. Una ciudad que quiere presumir de candelero gourmet, debe exhibir sus mesas en el mejor escaparate. Y la biblia francesa lo es y empieza a reconocer el prestigio madrileño forjado por influencias orientales, latinas, europeas, mediterráneas y castizas. Además, el efecto DiverXO es un acicate. Este es un apetitoso paseo por sus restaurantes con estrella.
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El templo de Dabiz Muñoz lidera todos los listados, antes y después del traslado al Eurobuilding de Padre Damíán. Sus tres estrellas Michelin parecen todavía difíciles de igualar en los fogones madrileños. A ver quién le arrebata el podio. Y es que es mucha cresta…
Uno de los cocineros presente en más caldos tiene en este comedor del barrio de Salamanca, emparentado con el hotel Único, su cuartel general gastronómico. Luminoso y sofisticado, abierto a un pequeño jardín del palacete, el restaurante ya es un must en sí mismo.
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No por ser veterano tiene que pasar desapercibido. En los bajos del Hesperia Madrid desde el año 2001, poco tardó en sumar un par de estrellas y todo tipo de reconocimientos. El trío formado por Óscar Velasco (a los fogones), Abel Valverde (vino) y David Robledo (en sala) es el responsable de la experiencia, junto a la decoración de Pascua Ortega.
Incansable y polifacético, el chef catalán sigue asentado en la capital con su restaurante íntimo y cosmopolita que, de un año para otro tras su inauguración en 2008, pasó a lucir dos estrellas Michelin. Un pionero del efecto ponzaning.
Cerrada la etapa de Diego Guerrero y ahora con la dominicana María Marte en defensa de las dos estrellas al frente de la cocina, este clásico de la exclusividad madrileña ubicado en la casa Gallardo de principios del siglo XX no baja el listón.
Desde que Paco Roncero se hiciera con las riendas del restaurante, la propuesta culinaria del casino se convirtió en un plan de éxito –de NH Hoteles- al que sumar la reforma decorativa de Jaime Hayón. El escenario es inmejorable en este edificio histórico de la calle Alcalá. La cocina, bien avalada por dos merecidas estrellas.
El mejor ejemplo de la apertura de la capital a sabores exóticos. La fusión japonesa y mediterránea emprendida por Ricardo Sanz tuvo reconocimiento por partida doble en los dos Kabuki de Madrid, el de la calle General Perón incluido, abierto desde el año 2000.
Todo un santuario de la cocina “japo-cañí”, el tercer Kabuki y el segundo de Madrid fue el primero en ser merecedor de una estrella Michelin.
Los nuevos:
La nueva aventura de Diego Guerrero no puede ser más fulgurante. Tras su experiencia en el más clásico El Club Allard, inició rodaje en un local moderno más a su imagen y semejanza con propuestas de siempre pero también más viajeras y mestizas. El resultado fue una estrella al canto.
Fue aterrizar Roberto Ruiz en el barrio de Salamanca y empezar a dar que hablar por su concepto lujoso de la cocina mexicana. Tal fue el espaldarazo que Michelin quiso que fuera el primer restaurante mexicano cien por cien en obtener una estrella. Por algo será…
Pasa por ser una de las mejores barras de Madrid, informal pero de pecados ibéricos y conserveros muy irresistibles, además de restaurante en el piso superior con David García al frente de la cocina y con Jorge Dávila y José María Marrón comandando la sala.
Jóvenes pero matones, Javier Aranda y su restaurante multifuncional pisan el acelerador para hacerse con su primera estrella al poco de llegar a la calle Francisco de Rojas. Prometedor es poco.
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