Fin de fiesta. Dejas las Navidades atrás y la resaca te deja una penosa vuelta al trabajo y a la rutina. Pero, ¿y si los Reyes te han dejado junto a los zapatos un billete para emprender un viaje rápido? Es el último regalo de todos pero el que ahora más ilusión te hace. Destinos cercanos, destinos para este mismo fin de semana, destinos express para disfrutar cuanto antes. ¡A jugar! Bueno, ¡a viajar!
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No salir de sus cafés o acampar en el Louvre –porque todavía no has visto ni La Mona Lisa ni La Victoria de Samotracia- para no volverse loco ni tiritar en exceso en esta ciudad tan inabarcable como heladora por estas fechas. La humedad del Sena hace estragos, queridos amigos, y tampoco es plan de pasearse por la Ciudad de la Luz embutidos como el muñeco de Michelin. Esto es un viaje romántico, no de esquí. Por lo tanto, parada en el Café de la Rotonde, en el Café des 2 Moulins, en Le Select, en… Será por cafés. Será por vida bohemia.
Tienes fiebre de shopping y este enero significa una cosa: rebajas. Pues tienes la oportunidad de perderte en uno de los mercados callejeros más famosos de toda Europa. Coge el metro hasta Notting Hill y cuando veas las fachadas de colores sabrás que el murmullo ávido de antiguallas y cachivaches está al caer. ¡Bienvenido a Portobello! Si te va más la segunda mano, tu mercado es Camdem. Cuando tengas hambre, regresa al London Bridge para practicar en el Borough Market el mejor street food de la ciudad.
Literal. Después de un día de museos –sí, el Rijksmuseum y el Van Gogh están muy bien pero como que no haces ascos al Tatoo Museum, al Sexmuseum y al Hash Marihuana & Hemp Museum– y coffee shops, estarás un poco mareado. Así que no se nos ocurre mejor manera de perpetuar el mareo que dormir a bordo de un hotel. Bueno, de un barco. Bueno, de un Botel, en el río IJ, o de uno de los muchos houseboats, las casas flotantes sobre las aguas de los tres grandes canales de la ciudad: el Herengracht, el Prinsengracht y el Keizersgracht. Tienes muchas opciones a valorar en Airbnb.
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Vale, es el título de una peli de Woody Allen y lo que realmente te apetece es reproducir la mítica escena que protagonizaran Anita Ekberg y Marcello Mastroianni en La dolce vita. Pero tienes que tener en cuenta que es pleno invierno y meterte en la Fontana di Trevi te puede acarrear una pulmonía. Mejor quédate al otro lado del agua y limítate a arrojar una monedita para que se cumpla eso de volver a la ciudad eterna.
Tienes muchos barrios a tiro de piedra en los que lucir barba y pose interesante. Ya tienes barrios hipsters incluso en Madrid o Barcelona pero si tu regalo es Berlín te aconsejamos alquilar una bici y pedalear hasta su barrio más moderno, el renovadísimo y a la última barrio de Kreuzberg. Allí, la gentrificación ha germinado y un referente del cine indie como Daniel Brüll abrió en 2011 un bar de tapeo llamado nada más y nada menos que El Raval. ¿Te suena?
La discoteca LuxFrágil no es precisamente una novedad sino toda una institución veterana en la noche lisboeta, un símbolo de la escena electro desde que se inaugurara en 1982 y también un templo gay-friendly en uno de los barrios con más encanto de la ciudad. El Lux, un almacén transformado en el puerto por el mismo grupo del restaurante Bica do Sapato, con John Malkovitch como uno de sus socios. Cita con los mejores dj’s del mundo, también en el Ministerium Club y en el Lust. ¡Lisboa se mueve!
No vamos a decirte que si no pasas una noche en La Mamounia, el hotel palacio por excelencia de Marrakech, no eres nadie. No somos tan snob y, si lo que quieres es dormir en un riad te recomendamos el Abracadabra, un hotelito único y precioso con mil y un detalles que además lo llevan mano a mano un par de españoles. Pero para quitarte el mono de jardines de cuento, siempre que no te cueles en los de La Mamounia, sal extramuros de la medina y paga lo poco que cuesta la visita al Jardin Majorelle, el antiguo estudio de la familia de artistas Majorelle posteriormente adquirido por Yves Saint Laurent. Todavía hoy se respira el exotismo y la paz oriental de este edén florido cuajado de buganvillas, palmeras, cactos y palmeras por donde corre el agua de sus fuentes y estanques de nenúfares. Todo verde… y azul majorelle, claro.
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