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El faro del fin del mundo: ¿cuál es el auténtico?

Pasa con frecuencia con muchos apelativos absolutos aplicados a la cuestión viajera y geográfica. Pasa con el que siempre ha sido conocido como el faro del fin del mundo, un hito confuso pues en él se entremezcla ficción y realidad, fantasía y coordenadas. En cualquier caso, parece lógico: sólo puede haber un único faro que merezca tal consideración. Concretamos cuál debería ser llamado así.

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Si por faro del fin del mundo entendemos a aquel que se encuentra más aislado y perdido en la nada más abismal, deberíamos nombrar al faro de Cabo de Hornos. El más austral de cuantos existen en los confines del globo -la Antártida no tiene faro alguno que ilumine su costa congelada-, sin embargo, no es el faro que realmente inspiró una de las obras más inquietantes del gran Julio Verne. Tampoco lo es Les Éclaireurs, otro faro que despunta no muy lejos de allí, concretamente en el Canal de Beagle, aunque así lo publicitan algunas agencias locales muy hábilmente.

Faro «Les Éclaireurs» (Los Iluminadores) en el Canal de Beagle (Juan Carlos Dominguez M, Wikipedia)

En aquel libro homónimo -El faro del fin del mundo- de aventuras y terrores marítimos, Verne pone en el centro de la acción la luz de un faro que el gobierno argentino enciende en la deshabitada isla de los Estados, en la Patagonia de Tierra de Fuego. En esas violentas aguas que mezclan Atlántico y Pacífico, unos muy cruentos piratas no dejan barco indemne y son los fareros los encargados de alumbrar sus perrerías hasta que sólo uno queda en pie y se hace cargo del relato. Es ese el faro, el de San Juan de Salvamento, el que habría que etiquetar como el faro del fin del mundo. Porque a alguien se le ocurrió primero: al escritor genial de Nantes.

Phare du bout du monde, Isla de los Estados (Butterfly voyages, Wikipedia)

No es, sin embargo, el faro original que fuera levantado en 1884. Abandonado a su suerte, el faro de San Juan de Salvamento quedó en estado ruinoso. Sus restos se exhiben hoy en el Museo Marítimo y el Presidio de Ushuaia, mientras el faro actual es en realidad una caseta de apenas seis metros y medio de altura construida en madera de cedro y zinc, sin linterna y cuya luz es proyectada a través de una ventana. Por si fuera poco, una réplica del faro primigenio emerge desde el año 2000 frente a la costa de La Rochelle, en la costa atlántica francesa. También se le conoce como el Faro del fin del mundo. Uno más.

Faro del Fin del Mundo de La Rochelle, Francia (Remi Jouan, Wikipedia)

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Miguel Á. Palomo

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