Vaticinamos que, antes y después de leer esta historia, más de uno pensará eso de: “ya no saben qué inventar”. No seremos nosotros quienes le quitemos la razón pero hay que advertir de que es tiempo de diferenciarse o perecer, de estrujarse la mollera para dar con el producto único, de distinguirse hasta ofrecer la experiencia que nadie plantea. Por eso, un hotel levantado en arena puede llegar a tener sentido.
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La organización de una de las ediciones Global PowWow, red internacional de eventos y conceptos únicos, incluyó la creación de un concurso de esculturas de arena. Fue el momento de dar un paso más y de empezar a moldear dos castillos algo más grandes que los que se suelen hacer en la orilla de la playa. Uno en Sneek (Frisia) y otro en Oss (Brabante), ambos en Países Bajos, los dos castillos de arena a escala humana responden al nombre de Zand Hotel.
Pero hay que decir que aunque nos enfrentamos a una rareza, no es la primera vez que al hombre le da por hacerse un hotelito más o menos efímero construido con agua, arena y poco más. Sin ir más lejos, habría que abrir el Libro Guinness de los Récords por la categoría de primer hotel de arena habitable del mundo. Esa página está ocupada por la obra del escultor británico Mark Anderson en la playa de Weymouth, Dorset, aunque el resultado se nos antoja más precario que el de los dos “lujosos” hoteles que nos ocupan, más grandes y, sobre todo, más confortables.
Si en el de Dorset, la única posibilidad de descanso eran un par de camitas de arena a cielo abierto, en los dos Zand Hotel la cosa se parece más a un hotel de verdad, con sendas –aunque únicas- habitaciones esculpidas en el interior de estos edificios de inspiración medieval. Las camas, se agradece, no son de arena sino convencionales y de tamaño matrimonial. Porque una cosa es el postureo y otra no pegar ojo en toda la noche.
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A pesar de la finura exterior en la definición de los torreones, fosos, muros y hasta guerreros vigilantes –el de Sneek se decanta por un medievalismo japonés, con su samurái presidiendo la entrada- no se espera que dentro puedan los huéspedes desenvolverse con soltura. Sin embargo, el espacio da para un dormitorio y un cuarto de baño, sobrios pero amueblados con lo imprescindible. Mesitas de noche con sus lámparas o flexos, alguna butaca, cortinas en las ventanas, librería, televisión, ducha y detalles escultóricos alusivos a la temática como única decoración.
Debido a la naturaleza insólita de los alojamientos, su disponibilidad es limitada. Cada habitación se reserva por unos 150 euros por noche para dos personas, tarifa que incluye desayuno, fruta y botella de Prosecco de cortesía, y amenities Rituals. Incluso wifi. Porque no sólo de arena están hechos los sueños de Zand Hotel.
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