La fiesta de los Caballos del Vino es una tradición de la ciudad de Caravaca de la Cruz, en la región de Murcia. Se celebra el 1 y 2 de mayo en honor a la Santísima y Vera Cruz. Documentado desde hace tres siglos, este festejo reúne varios elementos culturales, históricos y religiosos que lo convierten en una manifestación antropológica única en el mundo.
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El día 1 se celebra el Concurso de Caballos a Pelo y se realiza un ensayo de la prueba del día siguiente. El 2 de Mayo a las 14:00 horas comienza la carrera de la Cuesta del Castillo. En total, 25 peñas con sus 4 caballistas compiten para subir la cuesta junto a su caballo y sin soltar las asas. También tienen que tener mucho cuidado para no atropellar a la multitud que les rodea. La carrera duran menos de 10 segundos, en los que los mozos tienen que recorrer una distancia de 80 metros hasta la explanada del castillo.
Cientos de miles de visitantes se reúnen en Caravaca de la Cruz para vivir en directo la mítica carrera. El objetivo de la fiesta de los Caballos del Vino es recrear el momento en que los templarios rompieron el cerco moro, salvando gracias al vino a los prisioneros enfermos.
La leyenda cuenta que Caravaca había sido rodeada por los árabes del Reino de Granada, mientras los templarios resistían dentro de las murallas de la ciudad. La falta de agua causó una epidemia, que obligó a los templarios a salir para buscar algún liquido. Solo encontraron vino. Lo transportaron a caballo en unos pellejos. Fue así que consiguieron curar a los enfermos. De esta tradición surgió el nombre de los Caballos del Vino.
La fiesta de los Caballos del Vino se ha transmitido de generación en generación sin normas escritas. Es un espectáculo lleno de color y folclore. El éxito se mide en el cuerpo a cuerpo con el animal: solo aquellos que consiguen completar la carrera sin soltarse del caballo y en el menor tiempo posible son galardonados.
Los Caballos del Vino son engalanados con ropas bordadas a mano con hilos de oro y plata, canutillo y pedrería. Es un trabajo complejo, que es premiado en el Concurso de Enjaezamiento. Además, cabe destacar que los materiales usados son muy caros. Rostros de personajes conocidos en la ciudad son inmortalizados en las ropas de los caballos con mucho realismo.
A principios del siglo XIX, esta fiesta se configuraba como una procesión con caballos y vino. Posteriormente se transformó en la actual carrera. Desde 2011 la fiesta de los Caballos del Vino ha sido declarada Bien de Interés Cultural con carácter etnográfico.
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