Hasta que no conozcamos los datos del turismo en España en el verano de 2017 no sabremos en qué medida ha podido afectar la turismofobia que se ha producido en algunos puntos concretos de España. En principio, la turismofobia en España no tiene por qué frenar un más que posible nuevo récord de turistas en nuestro país, tal y como apuntan las previsiones.
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En el primer semestre de 2017, el número de turistas en España procedentes de otros países ya había superado los 36 millones, por lo que es fácil que al acabar el año se superen los 75 millones de visitantes de 2016 con el impulso lógico del turismo en los meses de verano. Eso sí, puede que en ese esperado crecimiento del turismo, más que la turismofobia, influyan negativamente los terribles atentados en Cataluña.
Las muestras de turismofobia en algunas partes de España se han repetido durante este verano. Incluso antes, porque en algunos puntos, como Palma de Mallorca, ya se habían vivido episodios de turismofobia el año pasado con pintadas en la calle con mensajes como “Stop guiris” o “Tourist go home; Refugees welcome” (“Turista, vete a casa; refugiados, bienvenidos”).
Además, esta misma primavera también aparecieron pintadas en Barcelona con duros mensajes contra el turismo, como las registradas cerca del Parque Güell y en las que se podía leer “Tourismus macht frei” en alusión a la frase “Arbeit macht frei” (“El trabajo os hará libres”) que presidía los campos de concentración nazis.
Por desgracia, la lista de puntos donde se han registrado incidentes relacionados con la turismofobia es todavía más amplia y alcanza también a Valencia, San Sebastián, Ibiza y a algunas ciudades de Andalucía, como Málaga y Sevilla, donde también han aparecido pintadas en contra del turismo.
Los actos vandálicos contra el turismo se han repetido este verano y han ido más allá de las pintadas. El pasado 22 de julio, por ejemplo, un grupo de de activistas del movimiento independentista radical catalán Arran arrojaron bengalas de humo al interior de un restaurante de Palma de Mallorca y asaltaron varias embarcaciones de lujo atracadas en el puerto en señal de protesta por el turismo de élite y masivo que, según ellos, destruye Mallorca.
Barcelona ha sido el punto neurálgico de la turismofobia en España en este verano. En agosto, unas 200 personas formaron una cadena humana en la playa de la Barceloneta en contra de los turistas y exhibieron pancartas con mensajes, traducidos del inglés, como “No queremos turistas en nuestros edificios. Esto no es un resort de playa”.
Unas semanas antes, la turismofobia se había manifestado de forma violenta. Miembros del movimiento radical Arran dieron el alto a un autobús turístico de Barcelona, intimidaron al conductor con un cuchillo y dejaron una pintada en el autobús con el mensaje, traducido del catalán, “El turismo mata los barrios”. Pese a actos tan desagradables e injustificables, España sigue y seguirá siendo un país abierto al turismo y a los turistas.
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