En El Viajero Fisgón nos gusta (nos encanta) recomendaros destinos para vuestras vacaciones y, en general, para vuestros viajes y escapadas, pero también es importante alertaros sobre conductas inapropiadas de algunos turistas en determinadas zonas que todos tenemos en mente. La mayoría de esos comportamientos inapropiados y, en algunos casos, temerarios son consecuencia de la ingesta masiva de alcohol y del consumo de drogas. Y ojo porque no todos los que se desmadran en España son “guiris”, valga la expresión…
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El balconismo, más conocido como “balconing”, es una práctica muy peligrosa que se ha cobrado ya unas cuantas vidas en España en los últimos años, especialmente en algunos puntos de Baleares. Se trata de pasar desde un balcón a otro de un hotel o de un bloque de apartamentos y saltar desde ahí a la piscina con el consiguiente riesgo de accidente.
El “planking” consiste en tumbarse boca abajo en un sitio poco frecuente con los brazos extendidos y pegados al cuerpo. El problema viene cuando esta práctica se realiza, por ejemplo, suspendido sobre el vacío para fotografiarse o hacerse un vídeo y subirlo a los perfiles de las redes sociales…
Grabar un vídeo y subirlo a YouTube y a las redes sociales también es el objetivo de muchos de quienes se lanzan a sufrir en sus carnes el reto del hielo y la sal. Se trata de echarse sal en alguna parte del cuerpo, poner hielo en esa zona, apretar y aguantar el mayor tiempo posible. El final de esta “receta” sin sentido es comprobar el grado que alcanza la quemadura en la piel. ¡Al igual que el resto de estas locuras, no lo hagáis!
El “slimming”, también conocido como tampón vodka, es otra locura importada de otros países. Se trata de mojar un tampón en vodka o en otro licor e introducirlo, para no herir sensibilidades, en una parte del cuerpo poco habitual para emborracharse de forma más rápida. Lo que también se puede herir, y muy gravemente, es esa parte del cuerpo y en general la salud de quien realiza esta práctica que no debe hacerse bajo ningún concepto.
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El alcohol y el sexo en público hacen de Magaluf, en el municipio de Calviá (Mallorca), un escenario que vive el más absoluto desfase de un considerable número de turistas extranjeros, especialmente británicos. Por suerte, Mallorca, y en general las Baleares, es un destino con muchos más encantos -y más sanos- que los lamentables espectáculos que tantas veces hemos visto en los medios de comunicación que se han dado en Magaluf. Y también por suerte, sólo una pequeñísima parte de los turistas extranjeros que llegan a España no tienen un comportamiento adecuado.
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