Dormir como nuestros ancestros. Imitar el entorno en donde se desarrollaba la dura vida de aquellos hombres que habitaban el interior de la roca. La rutina de la cueva ya es cosa del pasado, incluso los hippies la han abandonado y han descendido a terreno más estable para sus comunas de pastel, pero todavía persiste ese influjo que nos lleva a experimentar formas sociales muy pretéritas. No hace falta ponerse taparrabos, y es que con la barba hipster ya es suficiente para dar el pego y sentir el confort de las cuevas del siglo XXI. Los hoteles y sus suites se excavan en la piedra. ¡Unga, unga!
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1. Hotel Yunak Evleri (Urgup, Turquía)
Sin duda uno de los hoteles-cueva más famosos más que nada por encontrarse en una de las formaciones de cuevas más famosas del mundo: la Capadocia. En estos valles extremos de chimeneas rocosas imposibles en donde se excavaron ciudades enteras que hoy son reclamo de turistas de todo el mundo hay más de un hotel tallado a la antigua, pero ninguno como este en un acantilado del pueblo de Urgup que conserva una buena muestra de los arcos, bóvedas y hornacinas originales en piedra y barro cocido, así como algunos murales bizantinos. Hablamos del siglo V y VI, más una mansión griega del XIX. La decoración tiende a las antigüedades y al look de las venerables casas otomanas.
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2. Alexander’s Boutique Hotel of Oia (Santorini, Grecia)
Tampoco podía faltar una visita a la isla griega más fotografiada y con más hoteles por metro cuadrado. En el pueblecito de Oia, más pintoresco que Fira, este hotelito boutique aprovecha parte de su caída sobre el Egeo para ofrecer villas y suites en el interior de su porción de cueva. Esta tipología de casa es habitual en las islas, muy sufrida para soportar el calor del verano, muy fotogénica por su encalado exterior e interior. Así luce de bien el catálogo rústico y de anticuario con el que se amueblan y decoran las estancias.
3. Kokopelli’s Cave (Farmington, Estados Unidos)
Una rareza única y escasamente lujosa no ya en confort sino en accesos. La residencia del geólogo Bruce Black y familia es producto de querer montar una oficina de investigación en un acantilado perdido en la inmensidad desértica que contempla a lo lejos el Parque Nacional de Mesa Verde, Nuevo México. Un paisaje moldeado hace 65 millones de años en el que habitar una cueva volada en 1980 aunque tardaron en acondicionar casi dos décadas después para, al final, instalar un hotelito con las comodidades mínimas de electricidad y ventilación, mobiliario sureño, chimenea, una kiva india y unas vistas acongojantes. Esto es Four Corners: el punto donde se encuentran las fronteras de Colorado, Nuevo México, Arizona y Utah. A la entrada del hotel un letrero reza: ¡Realmente has querido venir a la cueva Kokopelli!
4. Le Grotte della Civita (Matera, Italia)
Podríamos mencionar la belleza de un hotel tan exclusivo como el Domus Civita, en el pintoresco Civitá di Bagnoregio, con sus cisternas romanas habilitadas para bodega o spa, pero lo suyo es centrarse en hoteles íntegramente instalados en cuevas como este romántico escondrijo a imagen y semejanza del resto de casas del centro histórico del pueblo, todo de piedra caliza. Tal es la tradición de este asentamiento en la montaña con orígenes en el Paleolítico que a los Sassi de Matera (las piedras del pueblo) se las declaró Patrimonio de la Humanidad. Del hotel y sus 21 cuevas, destaca su autenticidad, su magnífica ambientación, su poder evocador y el protagonismo absoluto de la piedra para recrear dormitorios de ensueño. Esas velas, esas bañeras exentas…
5. Sala Silvermine (Västmanland, Suecia)
Con este hotel hacemos trampa ya que no todo él está enterrado pero merece la pena sólo por su joya más oculta: una suite a 155 metros de profundidad. El negocio se montó con la excusa de dar salida turística a una mina de plata ya extinta. Visitas guiadas, museo, tienda… Y un pequeño albergue b&b construido en los años veinte en el centro del área minera para servir de casa de huéspedes a los hombres solteros de la época. Pero si esta experiencia, con wifi y baño compartido, no satisface las expectativas, la compañía se sacó de la manga una única suite subterránea mucho más sugerente y, se agradece, perfectamente climatizada. Incluye además un interfono para comunicarse con el exterior y, menos mal, un cuarto de baño.
6. Les Hautes Roches (Rochecorbon, Francia)
Un ejemplo de que el refinamiento también puede practicarse entre paredes rugosas y fachadas agrietadas y muy bastas. Nada menos que un Relais & Châteaux, con eso está dicho todo en esta mansión del siglo XVIII al borde de un cortado frente al Valle del Loira. El “jardín de Francia” envuelve de su exuberancia la Abadía de Marmoutier, cuyo aliciente se dispara en las doce cuevas monacales, anexas y renovadas por Philippe Mollard. Las antiguas celdas dejan atrás su función austera y cobran una nueva vida de contemplación y lujo modelada en formas de toba caliza. Tal vez el principal hotel de lujo troglodita de Francia.
7. The Caves (Negril, Jamaica)
Una historia encadenada: Chris Blackwell, el fundador de esa institución en los sonidos jamaicanos que fue Island Records, se metió en la aventura hotelera con un grupo de villas y resorts de lujo llamado Island Outpost. Uno de ellos es el GoldenEye, otro The Fleming Villa, ambos en honor al padre de James Bond, un Ian Fleming que parió aquí mismo las correrías de 007. Luego está The Caves, una idílica constelación de cuevas anidadas en los acantilados de piedra caliza sobre la playa. En las paredes de la caída se observa la antigua vida marina fosilizada. En las cuevas, puro estilo jamaicano de vivos colores y materiales orgánicos. Alegría en el interior de la piedra.
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