Los teleféricos de España son una de las atracciones turísticas más infalibles. Hay algo en contemplar las cosas desde lo alto que tienta a la raza humana a dejar el suelo y creerse un gigante, una criatura voladora, tal vez un dios. O simplemente un turista que quiere salvar una altura imponente en el menor tiempo posible. Urbanos o en parajes naturales, en España también hay teleféricos de vértigo. Aquí tienes los 5 teleféricos de España más cardíacos.
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1.199 metros de desnivel. El teleférico más alto de España parte de una estación base localizada ya a 2.356 metros, en la falda del mítico Teide. Si se visita el parque nacional se disfruta obligatoriamente de esta atracción de montaña que nada tiene que envidiar a otras cabinas suizas o francesas. Casi diez minutos después, dos kilómetros y medio de recorrido sobre el vacío, el visitante llega a la estación de la Rambleta, a 163 metros de la cima del volcán. Prohibido parpadear.
753 metros. El más largo de Europa con tramo único, es tal vez el teleférico con un entorno más verde de España. Esto es Liébana, una de las comarcas más asombrosas de Cantabria, con un teleférico ya veterano que desde el año 1966 conecta Fuente Dé con el mirador de El Cable.
Desde la estación base, a 1.090 metros de altitud, a la superior, a 1.850 metros, las cabinas de 20 plazas se desplazan a 10 metros por segundo para que nadie se pierda la postal de los Picos de Europa, despejada o entre nubes, según amanezca. En total, 4 minutos de espectáculo.
635 metros. África al fondo. Ya con eso merece la pena subirse en Arroyo de la Miel y ascender durante cuarto de hora hasta el Monte Calamorro, en la Sierra de Mijas, a casi 800 metros sobre el nivel del mar.
Con una longitud de 5.565 metros de cable, el de Benalmádena es de los teleféricos más modernos, inaugurado en el año 2000. Arriba, la Costa del Sol a los pies, incluso los picos de Sierra Nevada. Y, ya con un poco de suerte, la costa africana.
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544 metros. El Aeri de Montserrat es un clásico en la tradición teleférica española. Abierto desde nada menos que el año 1930, aunque su funcionamiento se vio interrumpido durante la Guerra Civil, el teleférico traslada a pasajeros desde la estación de Aéreo de Montserrat de la línea Barcelona-Manresa al monasterio benedictino. El diseño original de las cabinas lo hace diferente.
Telecabina perfecto para admirar Barcelona a vista de pájaro y en movimiento que parte de Parc de Montjüic y, con parada en Mirador, sube a Castell, en la montaña barcelonesa. Eso sí, hay que darse prisa con las fotos porque la ascensión a lo largo de 752 metros de línea dura apenas cinco minutos.
Estuvo parado un tiempo, pero es una atracción fundamental en Barcelona desde que se inaugurara en 1970. La ciudad cuenta con otro teleférico más: el del puerto.
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