Naturaleza, misterios, leyendas, riquezas, arquitectura… todo eso y mucho más podemos encontrar en el valle de Baztán, enclavado en el pirineo navarro y que comprende un total de 15 localidades. Tiene cerca de 8.000 habitantes repartidos en más de 370 kilómetros cuadrados, una superficie inmensa que hacen de él el municipio más grande de la Comunidad Foral. Si piensas escaparte hasta allí, es necesario que conozcas una serie de sitios concretos que no te puedes perder.
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Las Cuevas de Urdax son también conocidas como Cuevas de Ikaburu y se encuentran escondidas bajo los verdes prados de la Navarra cantábrica, en la localidad de Urdazubi/Urdax, y a pocos kilómetros de la costa y de la frontera con Francia. Sus galerías son espectaculares, llenas de estalactitas y estalagmitas, y sin duda merece la pena visitarlas.
La Cascada de Xorromin es uno de los imprescindibles de Baztán. Se trata de un espectacular manantial de agua que nutre al río Bidasoa. Los expertos en el valle recomiendan llegar hasta ella después de una ruta senderista desde el pueblo de Erratzu. Se trata de algo más de 5 kilómetros atravesando corrientes de agua hasta llegar a la cascada.
Entre Baztan y Etxalar, más concretamente entre los barrios de Orabidea (Lekaroz) y Tximista, discurre Infernuko Erreka, la regata del Infierno, un arroyo junto al que discurre una senda que nos conduce entre la espesura del bosque atlántico al molino conocido como Infernuko Errota. Durante la guerra civil fue el único de la zona que permaneció en funcionamiento, de manera clandestina. Ahora está restaurado y se puede visitar. ¡Se debe visitar!
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Álex de la Iglesia nos dio a conocer la historia de este lugar con su película ‘Las brujas de Zugarramurdi’. Cuando hablábamos de los misterios de Baztán, este es uno de ellos. No se trata de una cueva como la de Urdax. Esta no tiene estalactitas ni estalagmitas. Pero tiene un halo mágico por haber sido hasta el siglo XVII escenario de akelarres, reuniones paganas en las que hombres y mujeres escapaban de la rutina a través de festines desenfrenados, danzas en torno a hogueras y orgías.
Para hacerte una idea de la inmensidad del valle, lo mejor es asomarte a este mirador que se encuentra en la localidad de Ziga. Desde allí, además del exacerbado color verde podrás disfrutar de las decenas de caseríos que salpican el valle.
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