“¿Dónde paramos a comer?” Es uno de los dilemas principales del viaje en coche, motivo de análisis y discusión con el buche vacío. Nuestro olfato siempre ha advertido que allí donde se agolpan los camiones allí hay que parar. Es un proverbio infalible, pero qué mejor que unos cuantos chivatazos para facilitar la operación restaurante de carretera que nos evitará muchos disgustos en forma de bocadillo de plástico o menú de franquicia. Estos son algunos de los templos de la comida casera a pie de cuneta en donde echar el freno de mano.
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1. El Lagar de Milagros, Burgos–Autovía A-1 Madrid-Irún, km. 146
El cordero asado de El Milagros no es un secreto, es un must del viaje en carretera camino de Aranda de Duero, con permiso del clásico Landa. Los más nostálgicos de la parada y fonda tienen en esta posada que es mesón, tienda de exquisiteces, barra de tapeo y bocadillos y bodega de buenos Riberas un santuario en el que solo queda echarse la siesta después del lechazo. El asado en horno de leña se envasa al vacío para poder llevarlo a casa. Además, torreznos y huevos con morcilla.
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2. La Majada, Cáceres-Autovía A-5, km. 259
Camino de Portugal, o kilómetros de placer a través de las dehesas extremeñas dirección Sevilla o Cádiz a la altura de Trujillo, el hito señalado es este restaurante de condumio regional abierto hasta medianoche. Allí desfilan los filetes tártaros, los queso de Francia, los huevos fritos con patatas –tienen gallinas ponedoras y hasta los tubérculos proceden de su huerto-, los platos de caza y, faltaría más, todo lo que huela o sepa a cerdo ibérico. Menús diarios por 15 euritos.
3. La Perdiz, Jaén–Autovía A-4 de Andalucía, km. 268
En escabeche, estofada, encebollada, en paté – ¡menudo paté, por favor!-… Por supuesto, perdiz. Pasado Despeñaperros y si no se quiere parar en el atávico Casa Pepe, este hotelito con piscina de La Carolina tiene en su comedor un referente de este plato de caza, además de otros como los escalopitos de venado o la pierna de cabrito. De lo mejor, su aceite de cosecha propia. Que esto es Jaén, y nos encanta.
4. Marino, Cuenca–Autovía de Levante A-3 (Antigua Carretera Madrid-Valencia), km. 168
En nuestro mapa del tesoro, es en Honrubia donde hay que parar en pleno viaje entre Madrid y Valencia, o Murcia. Es la Manchuela Conquense, un enclave que abre el apetito si ya conocemos las bondades de este veterano bar, restaurante y hostal que recibe al viajero con el olorcillo de su barbacoa. Pinchos, tapas, bocatas, carnes a la brasa, guisos caseros, y un parking con videovigilancia. Ojo a sus zarajos, a sus setas a la plancha y a sus pepitos de ternera.
5. Duque, Soria–Antigua N-2, km. 150
En la autovía A-2 a la altura de Medinacelli, a medio camino entre Madrid y Zaragoza, nos espera este hotel-restaurante nacido en los albores de los años sesenta que todavía destila todo el encanto familiar y el regusto castellano de los dulces de la tierra pero que se atreve con propuestas más imaginativas. Desde carpaccio de manitas a bocatas de calamares.
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