La tendencia a la tematización y la causa de los hoteles freak impulsan la proliferación de viejos recintos penitenciarios reciclados en forma de alojamientos extremos e incluso de lujo. Todo porque siempre hay gente que busca una estancia experiencial diferente a lo acostumbrado. Diferente, esa es la palabra. Dormir en una celda entre barrotes es posible sin cumplir una condena pero pagando por cama y rancho. Perdón, desayuno. Estos son los hoteles que recomendamos para pasar un ratito «a la sombra».
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Un buen ejemplo de cómo un pasado carcelario puede revertir en alojamiento lujoso y con glamour. De hecho, los barrotes de la antigua cárcel Charles Street, edificada en 1848, todavía forman parte del escenario hotelero para darle más autenticidad a la experiencia. En 2007 arrancó su nueva vida como hotelazo de tres centenas de habitaciones y unas cuantas suites de postín elegantón y moderno.
Un inmenso atrio con piano-bar lo que fue patio de la cárcel y su restaurante coctelería Clink, son sus bazas más conseguidas.
Una existencia paralela ha seguido la que fuera la «cárcel de los sufridores», todavía en activo hasta el año 2006. Un país como Holanda tan dado al reciclaje y a los hoteles temáticos tenía que apuntarse un tanto con este hotel cuyas habitaciones esperan al otro lado de los corredores, unos encima de otros. Imagen impactante la de las celdas alineadas, aunque a los grandes espacios comunes se les haya dado una pátina de diseño actual poco integradora.
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Un pasito más. El turismo bélico tiene en esta veterana prisión naval cerca de la capital letona de Riga un enclave difícil de olvidar. Abierta todo el siglo XX, con la Segunda Guerra Mundial como momento álgido, indica el carácter chungo que la caracterizó. La iniciativa tiene más que ver con la teatralidad de un pasaje del terror recuperado que con un hotel al uso.
El caso es que aquí se viene a pasarlo regular: ejercicio físico, lenguaje amenazante, descanso limitado… Una experiencia extrema bajo el consentimiento del preso-huésped. Los pasadizos y las celdas están igualitas.
No puede negarse que Londres tiene personalidad propia hasta para eso de encerrar a la gente entre rejas. El Mayfair y el Soho contaban con unos juzgados implacables en los que, si no tenías suerte, pasabas noche antes o después de ser procesado. Huéspedes ilustres como Oscar Wilde o, más recientemente, Mick Jagger o Keith Richards supieron de su hospitalidad.
Hoy está enrolado en la moda de los hoteles prisión pero en la categoría de los estilosos y de carácter boutique, con un bar de aspecto todavía carcelario y un desayunador en la antigua sala de espera. Así cualquiera cumple condena.
Para terminar, un alojamiento low cost en vez de un hotel de diseño cosmopolita. En el centro de la capital eslovena, una cárcel reconvertida en simpático hostel de sentido comunitario y puesta en escena temática, con unas 20 habitaciones adaptadas sin demasiada parafernalia en las antiguas celdas enrejadas. Incluso si esta estancia espartana sabe a poco puede solicitarse voluntariamente el ingreso en una celda de confinamiento. Así, para pasar el rato con uno mismo.
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