Si solo en España ya existen muchísimos lugares que vale la pena visitar, no digamos ya en el mundo. El problema, además de que no tengamos tiempo ni dinero para conocerlos todos, es que también somos muchísimos los viajeros (fisgones) con la consiguiente dificultad para preservar los tesoros naturales y artísticos como merecen. Estos lugares protegidos del mundo sólo una pequeña muestra de las medidas que se adoptan para salvaguardar pequeños grandes tesoros del planeta…
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No hace falta irse muy lejos para visitar uno de los lugares protegidos del mundo cuyo acceso está limitado. En España tenemos varios aunque pocos tan restringidos como el régimen de visitas a la Cueva de Altamira, en la bella localidad cántabra de Santillana del Mar. Sólo cinco personas pueden visitar cada semana la Cueva de Altamira y, además, los privilegiados que tienen esa oportunidad sólo pueden estar 37 minutos de visita (los viernes a las 10:40) y deben aceptar las estrictas condiciones de vestuario, iluminación y tiempo asignado a cada zona.
El acceso al hipogeo de Hal Saflieni, en Malta, también está limitado al público, aunque no tanto como el de la Cueva de Altamira. El conjunto arqueológico situado en la ciudad de Paola, en el sureste de Malta, únicamente puede ser visitado cada día por 80 personas, así que conviene reservar tu entrada con bastante antelación si tienes interés en visitarlo.
En Riviera Nayarit, en México, se localizan las Islas Marietas y, dentro del archipiélago, la Playa Escondida o Playa del Amor, como también es conocida. El acceso a esta playa, considerada como una de las playas más bonitas del mundo, está limitado cada día a 116 personas desde el año 2016.
Claro que más difícil todavía es acceder a otro de estos bellos lugares protegidos del mundo. Se trata de la isla Ni’ihau, en Hawái, cuyo acceso estaba vetado hasta hace poco tiempo a todo aquella persona que no fuera familiar o invitado de sus habitantes, miembro del gobierno estadounidense o personal militar. Tampoco es que ahora el acceso a este lugar sea precisamente libre: sólo se permite la entrada a un número reducido de visitantes, siempre en grupo; nadie se puede quedar a dormir ni comunicarse con sus escasos habitantes; y, por si fuera poco, hay que rascarse el bolsillo para visitar la isla. Y bastante.
Para acceso restringido, el de la isla Koh Tachai en Tailandia. Las autoridades del país decidieron en 2016 cerrar la isla al público por un período de tiempo indefinido para protegerla de la afluencia masiva de turistas y cuidar su ecosistema. Por suerte, no se trata de un cierre definitivo.
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