No todas los 7.600 millones de personas que se hacinan en el planeta Tierra viven de la misma forma. En algunos países existen sociedades que funcionan como si estuviesen todavía en siglo XIX. Estos son los lugares que viven en otra época.
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Viajar a Pyongyang es como sumergirse en el siglo pasado. Es uno de los lugares que viven en otra época, una era comunista que no quiere saber de moderneces como el Facebook o el Netflix. A día de hoy Internet no es un bien de uso común. En las bibliotecas en vez de lectores de mp3 hay radiocassetes y sólo un 4% de la población tiene móvil. La moda se quedado en los años 50.
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Eso otro de los lugares que viven en otra época, como si del siglo XIX se tratara. Los habitantes hacen mantequilla en casa, decoran el árbol de Navidad con velas, tocan instrumentos musicales antiguos, trabajan artesanalmente la madera, la tierra o el metal. En realidad este pequeño pueblo de Staten Island (Nueva York) es un museo viviente y sus habitantes son actores y voluntarios. La ciudad vive en otra época, pero solo para que el visitante pueda transportarse a otro momento de la línea del tiempo y tocar con sus propias manos un pedazo de historia.
Los que realmente viven en otra época son los Amish. Esta comunidad rehúsa la tecnología y mantiene las tradiciones de antaño. En Lancaster (Estados Unidos), vale mucho la pena visitar la Amish Experience para conocer de cerca las costumbres de esta comunidad. Algunas han sido heredadas directamente del siglo XVII. Si prefieres una experiencia más auténtica, puedes ir al condado de Holmes, en Ohio, donde vive la mayor comunidad de Amish de EEUU y del mundo. Todos los clichés están respectados: colinas verdes, granjas y artesanía contribuyen a recrear el mundo de sus antepasados, llegados desde Europa a principios del siglo XIX.
Es una isla del archipiélago de Vanuatu, situado en el océano Pacífico, al Este de Australia. Sus habitantes, los Yakel, son amables y acogedores. Viven alejados de todo tipo de tecnología y de conceptos occidentales como el colegio o la ropa. Su rutina consiste en comer, cazar, recolectar y consumir el kava, una raíz alucinógena que permite alcanzar un estado de trance en el que los Yakel ven a sus ancestros y espíritus y se comunican con ellos. Es sin dudas uno de los lugares que viven en otra época.
En el Monte Athos, lugar sagrado en el que hay monasterios desde el año 963, solo hay hombres y animales de género masculino. La vida en este lugar se mantiene como hace un milenio gracias al esfuerzo de los monjes ortodoxos, cuyo contacto con el resto del mundo se reduce a los 120 turistas que pueden acceder a este lugar cada día. Los turistas tienen que cumplir algunas obligaciones: ser cristianos, no llevar el pelo largo y explicar con todo lujo de detalles su motivación para querer visitar el Monte Athos. Aquí los monjes sólo interrumpen sus rezos para trabajar en el campo, hacer la comida o limpiar. Es uno de los lugares que viven en otra época.
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