Aléjate de los destinos tradicionales y prepárate una escapada para descubrir algunos de los tesoros que esconde Europa, te van a hacer soñar. ¿Vamos?
Publicidad
En la ribera del lago Lugano y rodeado de los montes Brè, San Salvatore y Sighignola, desde donde se disfrutan vistas espectaculares, se encuentra Lugano, el tercer centro financiero de Suiza, a tan solo ocho kilómetros de la frontera italiana, aunque el barrio residencial de Gandría se extiende hasta la frontera, por lo que podríamos decir que en Lugano se vive y se siente Italia. Al abrigo de la vertiente sur de los Alpes, disfruta de un clima mediterráneo de inviernos suaves y veranos cálidos que lo han convertido en un uno de los destinos más populares de Suiza, donde el término dolce far niente alcanza su significado más amplio. Nada mejor para comprobarlo que relajarse en una mesa de una piazza donde comer, charlar y ver pasar la vida, o disfrutar paseando por su caso antiguo cerrado al tráfico con magníficos edificios de estilo lombardo, repletos de museos exclusivos con lo mejor del arte de todos los tiempos.
Publicidad
A tan sólo 80 kilómetros de Pisa, hay un lugar paradisíaco enclavado en el mar de Liguria, un brazo del mar Mediterráneo considerado una de las zonas naturales más hermosas del planeta (y no lo decimos sólo nosotros, ya en 1997 la Unesco lo declaró Patrimonio de la Humanidad por su belleza panorámica y su valor cultural). Cinco pueblos comprenden esta maravilla que se extiende dieciocho kilómetros por el litoral desde Punta Mesco hasta Punto di Montenero: Vernazza, Monterosso, Comiglia, Manarola y Riomaggiore, rodeado de bahías, playas y fondos profundos, y cuyo origen montañoso y compuesto por terrazas que descienden hasta el mar ha dado como resultado la transformación de un territorio inaccesible en un paisaje extraordinario.
Puerto mediterráneo y capital de la región croata de Dalmacia, su pasado convierte a Zadar en un tesoro de monumentos de las épocas romana, medieval y renacentista, además de una ciudad muy animada gracias a sus cafés cosmopolitas y a algunos excelentes museos en los que aún no ha llegado el turismo masivo. Aunque si hay algo que bajo ningún concepto hay que perderse en la ciudad son dos instalaciones creadas por el arquitecto croata Nikola Baši, y que realizan una comunicación simbólica con la naturaleza: El Órgano del Mar, 35 tubos conectados al costado de un canal de agua que son soplados por el viento y la corriente del mar, y el Saludo al Sol, 300 paneles de vidrio que contienen módulos solares fotovoltaicos que absorben la energía solar y producen un impresionante juego de luz que forma lo que el artista ha denominado la más bonita puesta de sol del mundo.
Muy cerca de Lisboa se encuentra Sintra, una pequeña ciudad que desde el siglo XV fue la residencia vacacional de nobles y monarcas portugueses, y que está rodeada de un excepcional paisaje natural y una maravillosa arquitectura de palacios, castillos y conventos que la convierten en uno de los lugares más románticos para hacer una escapada. Hay que pasear por las calles de su casco antiguo hasta coronar al que no le faltan razones para ser el monumento más importante y famoso de la ciudad, el Palacio de Pena, una de las principales residencias de los reyes portugueses durante el siglo XIX, y que constituye una extravagante locura arquitectónica de motivos mudéjares y manuelinos acompañados por torres góticas y mobiliario barroco en su interior, y que además, está rodeado de un jardín con especies botánicas procedentes de todo el mundo.
En el norte de Italia, y a orillas del Mar Adriático, se encuentra la que fue por su importante industria naval y su comercio marítimo uno de los capitales más importantes del Imperio Austrohúngaro, y eso se nota en la atmósfera que se respira en la arquitectura y la cultura de la ciudad, y de la que es ejemplo la Plaza de l’Unitá de Italia, una de las más grandes plazas de Europa que se asoman al mar, y que alberga entre otros el Palacio del Gobierno, antiguo palacio de la lugartenencia austríaca. Famosa por sus iglesias, museos, palacios y monumentos, Trieste lo es también por su pasión cafetera y sus celebérrimos cafés históricos, punto de encuentro de la élite política, cultural y sobre todo literaria: incluso James Joyce comenzó a escribir su Ulises en uno de ellos. ¡Buen viaje!
ÚNETE AHORA
La Navidad es ese momento del año donde hay que estrujarse el cerebro. Hay mucha…
El 5 de diciembre, un avión de Air China pasó por un aterrizaje tenso en…
La capital española es una de las ciudades que más sale a relucir durante las…
Una joven turista china experimentó un incidente alarmante en Sri Lanka al caer de un…
A pocos kilómetros de El Escorial, en la Comunidad de Madrid, se encuentran algunos de…
Unas jóvenes españolas decidieron aprovechar una oferta económica para hospedarse en Cracovia, Polonia, pero lo…