Lujos, lujos de hotel, hay muchos, está claro. Pero el de vivir en nuestras propias carnes el pálpito de la decadencia palaciega y más suntuosa no tiene parangón. Brindar bajo lámparas de araña chisporroteantes, pasear por pasillos forrados de terciopelo carmesí, tomar el té con el meñique tieso mirando al tendido en salones aristocráticos, perderse en camas dignas de reyes y soñar con vidas inalcanzables. Estos son apenas cinco hoteles que todavía exudan historias de grandeza aunque vivan épocas más prosaicas. La decadencia se cotiza como lujo.
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1. Hotel Cipriani, Venecia
Uno de los hoteles más teatrales de su especie en una de las ciudades más teatrales del mundo, un binomio que es decadencia pura. Hoy en manos del sello Belmond, el Cipriani es un clásico sin el que no se puede entender la magia veneciana. Frente a la laguna y el Palacio Ducal, desde su orilla de la isla Giudecca, el hotel es el hogar del cóctel Bellini y de la mejor piscina de la ciudad. Insuperable
2. Palace Hotel Bussaco, Luso
Dormir en un gran castillo de reyes en mitad de un bosque tupido es una experiencia casi extrema de hospitalidad lujosa. Al norte de Coimbra, el parque natural sirve de encantador entorno a esta fastuosa construcción de finales del siglo XIX elegida como residencia del rey portugués Carlos I. De estilo gótico manuelino, el castillo se enseñoreó de tintes palaciegos y hoy convertido en hotel romántico es un retiro para huéspedes muy, pero que muy afortunados.
3. The Roosevelt, Nueva Orleans
Si hay un hotel de leyenda en la ciudad del Mardi Grass es el que en 1893 el rico empresario Louis Grunewald se atrevió a proyectar como caprichito personal y que en la Nochevieja de 1907 abrió sus puertas con sus 14 pisos y 400 habitaciones de nada. Un imponente edificio clásico que en seguida sirvió de sede para los mejores momentos del Dixieland y del esplendor de la época. Tras su última reforma, sigue siendo un hotel digno de su memoria. Haber sido elegido para exhibir la marca Waldorf Astoria lo dice todo.
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4. Saratoga Hotel, La Habana
La más deliciosa de las decadencias urbanas. Por ahora… Uno de los más grandiosos hoteles de la Habana Vieja. Combinación explosiva. Tras la fachada original de la típica casa señorial del centro histórico, fluyen todavía esos aires de elegancia latina que dejaban privados a tantos y tantos que querían unirse al artisteo, la bohemia y la alta sociedad de los años treinta a ritmo de la Orquesta Anacaona. La piscina en la azotea es hoy un rincón en las alturas congelado en el tiempo difícil de igual.
5. Hôtel de Crillon, París
Será por hoteles aristocráticos en París… Uno de los que mejor representa el pasado glorioso pero algo decadente de todo un país es el que fuera palacio ducal hasta que la Revolución Francesa hizo su trabajo -la guillotina se instaló en su escalinata- y en 1908 fuera inaugurado como hotel de lujo para que todo tipo de personajes ilustres lo habitaran. A su facha refinadísima, los nuevos arreglos le han dotado de mármol y tapices por doquier, candelabros y muranos, alfombras iraníes, lámparas Baccarat y tapices Aubusson del siglo XVIII. Aunque las vistas a La Place de la Concorde ya suponen el mayor de los lujos.
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