Las calas de la Costa Brava, sin olvidarnos de sus playas ni de la belleza que atesoran sus pueblos y ciudades, son un espectacular refugio para olvidarnos del estrés y de las preocupaciones. Al menos, aunque sólo sea por unos días. Estas calas de la Costa Brava invitan a desconectar del mundanal ruido y a disfrutarlas en compañía de la familia, la pareja, los amigos… o, por qué no, también a reencontrarnos con nosotros mismos.
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En la zona de Tossa de Mar hay varias calas y playas que destacan por su singular encanto natural. Una de ellas es Cala Pola, a unos 4 kilómetros de Tossa de Mar, que está rodeada por un cámping y de la que podemos disfrutar libremente porque, pese a su proximidad con el cámping, es una zona pública y no privada. Eso sí, el aparcamiento para dejar el coche es de pago.
Cala Estreta, considerada como una de las mejores calas de la Costa Brava. Y no es para menos si tenemos en cuenta la belleza del entorno y la calidad de sus aguas cristalinas. Para acceder hasta esta cala donde se practica el nudismo, puedes dejar el coche en la playa del Castell y continuar el trayecto a pie. En condiciones normales, el recorrido que haremos caminando durará unos 20-25 minutos.
Begur es una de las paradas poco menos que obligadas que debes hacer en tu estancia en la Costa Brava. Es ahí donde encontrarás lugares tan especiales como la cala de Aiguablava, cercana al puerto de Fornells. Eso sí, si te animas a conocerla en verano, no estarás precisamente solo al llegar, salvo que madrugues mucho, claro. Aun así, merece la pena verla… y, por supuesto, disfrutarla.
Entre L’Escala y Torroella de Montgrí, cerca del Parque Natural del Montgrí, se localiza la cala Montgó, un espacio natural con arena fina y aguas que invitan a zambullirnos en ellas nada más verlas. La zona cuenta con duchas y con servicios adaptados que, por desgracia, no se encuentran fácilmente en muchas calas ni, peor aún, en algunas playas.
Aunque son unas cuantas más las calas de la Costa Brava que vale la pena visitar, en la lista no debe faltar Cala Montjoi, en un entorno privilegiado como el Parque Natural del Cabo de Creus y cerca de una localidad con tanto encanto como Rosas. En este enclave se alzaba el famoso restaurante El Bulli, el templo gastronómico de Ferran Adrià que durante varios años fue reconocido como el mejor restaurante del mundo. Seguro que el talento y el trabajo de todo el equipo fueron aspectos decisivos para ese reconocimiento, pero puede que una pizca de inspiración procediera de Cala Montjoi…
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