Clima suave y mucho sol durante todo el año. Te damos algunas razones más para completar la lista, y correr a preparar las maletas. El sur de Portugal te está esperando con los brazos abiertos. Qué hacer en Algarve en otoño ¡No te vas a poder resistir!
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Si el tiempo no acompaña y no puedes darte un baño, no importa, porque sus 200 kilómetros de ensenadas, acantilados, grutas, playas rocosas o amplios arenales de aguas límpias, cálidas y tranquilas cuya temperatura varía entre los 15º en invierno y los 30º de verano dan para paseos y rutas inolvidables… y tendrás que volver en verano a darte un chapuzón. ¡Asegurado! Acantilados escarpados con calas de piedra conviven con grandes playas –Amoreira, Monte Clérigo, Canal, Vale Figueiras y la de Meia Praia, en Lagos, la antigua capital de la región, con sus más de cuatro kilómetros de fina arena, que llega hasta Alvor, un pueblito de pescadores de calles estrechas y empedradas donde no te faltará donde degustar el buen marisco y pescado de la zona.
Si siempre te ha apetecido iniciarte en este deporte, éste es tu sitio. El sur de Portugal es uno de los mejores y más exclusivos lugares del mundo para la práctica del golf. La oferta de academias es variada y de excelente calidad, y ofrece cursos intensivos para principiantes y jugadores de todos los niveles. ¡Anímate a jugar a golf en el Algarve!
A pie, a caballo, en bicicleta, en jepp o hasta en burro, pasear por los caminos del sur del Portugal, es descubrir un auténtico santuario natural. Hay rutas señalizadas tanto en la costa, recorriendo acantilados, rocas y playas desiertas, como en el interior, donde observar la fauna y la flora. La Sierra de Monchique, Espinhaço de Cao y Caldeirao son lugares ideales para la práctica de largas caminatas. Y el Parque Natural de la Costa Vicentina y la Reserva Natural de Castro Marim y Vila Real de Santo António atraviesan tranquilas zonas repletas de belleza silvestre. ¡Volverás con las pilas cargadas!
El puerto deportivo de Vilamoura es uno de los puntos de partida para cruceros que, durante el día, recorren la costa y sus maravillas naturales. Si se prefiere disfrutar de la puesta de sol, por la tarde también se pueden realizar excursiones para luego disfrutar de la iluminación nocturna de las ciudades de Quarteira, Faro y Olhão.
Tierra de pescadores, los peces y mariscos son protagonistas de la gastronomía, cocinados a la parrilla con carbón como hace siglos. Sería un pecado marcharse sin haber probado las almejas a la cataplana, recipiente de cobre de origen islámico, especialmente eficaz en la conservación de los aromas. Si además lo tomamos con el Vinho Verde (vino verde) de la región, todo es de 10. Comer en Portugal, ¡que delicia!
Ciudad de arte e historia, con un riquísimo patrimonio arquitectónico, Tavira es conocida como «la ciudad de las iglesias», y su visita es un imprescindible en el itinerario cultural del Algarve. Calles estrechas y empedradas, casas señoriales del siglo XVIII, el Palacio da Galeria o los restos del Castelo son algunos de los descubrimientos que podemos hacer en un paseo por su casco antiguo. Si hay tiempo, no hay que perderse cruzar en barco a la vecina isla de Tavira, que forma parte del Parque Natural de la ría Formosa.
En el parque oceanográfico Zoomarine se puede disfrutar de la inolvidable experiencia de bañarse con delfines. El program,a acompañado de monitores profesionales, nos descubre el apasionante mundo de estas especies marinas. En otoño hay un 15% de descuento para todos los públicos, y si eres mayor de 50, el 50%. ¿Te vas a perder esta magnifica actividad en el Algarve?
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Ya sea en un centro de meditación, con un tratamiento de agua dulce en la estancia termal de Monchique, o de agua salada, en los muchos centros de talasoterapia que hay por toda la región, o en uno de los muchos spas donde elegir entre tratamientos personalizados.
Faro es la puerta de entrada al Algarve. Su casco histórico dividido en dos partes, bien vale un paseo: Vila-Adentro, la más antigua, con sus fachadas de época, y las murallas exteriores de Mouraira, donde los moros establecieron su residencia a finales del siglo XIII. Dentro del casco antiguo, los alrededores de la Rua de Francisco Gomes son el lugar perfecto para tomar algo en las terrazas de las cafeterías y bares de la ciudad, y de paso ir de compras, hay tiendas para todos los gustos, desde lo más tradicional a lo más moderno.
La báscula y la pastelería portuguesa son enemigos conocidos, pero es imposible resistirse a esas vitrinas repletas de almendras de chocolate y los más exquisitos pasteles que vas a probar jamás. Si no sabes por donde empezar, empieza por los más famosos de Portugal, los pasteis de nata. ¡A nadie le amarga un dulce! ¡Buen Viaje!
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