La recuperación de las grandes ciudades para los peatones es, probablemente, la seña de identidad (urbanística) del siglo XXI. Líneas férreas que se transforman en parques elevados, aeropuertos (sí, aeropuertos) que mutan en gigantescos zonas verdes para pasear o montar en bici, o jardines urbanos que despegan del suelo entre una suerte de palmeras futuristas. Lugares donde el concepto paseo adquiere otra dimensión. Nos quedamos con estos 10, ¿vienes?
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Es un modelo de recuperación urbana: una vieja estructura ferroviaria sobreelevada convertida en un jardín lineal que recorre el West Side de Manhattan, desde Gansevoort, en el Meatpacking District, hasta la calle 34 West, en Chelsea. El High Line de Nueva york propone un estimulante y estiloso paseo elevado de dos kilómetros y pico, desarrollado por los estudios Diller, Scofidio & Renfro y James Corner Field Operations, que congrega a más de 5 millones de visitantes al año.
Lo bueno de convertir un antiguo aeropuerto en zona verde es que hay sitio (300 hectáreas) para todo y para todos: grandes explanadas de hierba para tomar el sol, festivales de música al aire libre, especies de pájaros protegidas, terrazas para el verano, todos los ciclistas que quieras y hasta huertos urbanos de plataformas vecinales. Bienvenidos a Tempelhof, el nuevo y gran parque de Berlín.
Barcelona, con buen tiempo, invita a olvidarse del transporte público, especialmente en su célebre Passeig de Gràcia, en torno al que se articula esta trilogía imprescindible (entre otro hitos) del modernismo catalán: la Casa Milá –sí, La Pedrera de Gaudí–, la cercana Casa Batlló (también gaudiniana) y la aledaña Casa Amatller, del arquitecto Josep Puig i Cadafalch, rehabilitada hace poco más de un año para regocijo del turismo barcelonés.
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La panorámica más emblemática de Sídney, con el icónico edificio de la Ópera House como protagonista, requiere e invita a deambular sin prisa por el frente marítimo del barrio de Kirribili, al otro lado del Harbour Bridge. El paseo de Milson’s Point, regala unas vistas inmejorables y un atardecer perfecto sobre la bahía. Y si hay ganas de andar, nada como cruzar el puente de vuelta y relajarse por los cuidados Royal Botanic Gardens, frente a la Ópera.
Cuando dedicar el escaso sol londinense a un pic-nic en cualquiera de sus parques de referencia (Kensington Gardens, Regent’s Park o London Fields, entre otros) sea ya poco estimulante, aunque conlleve visitar Borough Market para llenar la cesta, podemos escaparnos a Chiswick, una apartado y relajante retiro al oeste del centro donde visitar una mansión del siglo XVIII (Chiswick House), pasear por los verdes jardines que la rodean o tomarse una pintas en algunos de los pubs clásicos de la zona mientras nuestras piernas cuelgan literalmente sobre el Támesis.
50 años de independencia bien valen un viaje. Son los que celebran este 2015 la ciudad-estado de Singapur, al sur de Malasia, que cuenta con uno de los paisajes más futuristas que se pueden contemplar en el mundo: Gardens by the Bay, un parque urbano de 101 hectáreas trufado de grandes árboles artificiales entre los que se puede pasear a través de pasarelas elevadas sobre el suelo. Siglo XXI total.
Del Puente del Rey al de la Princesa, la capital cuenta con un moderno y serpenteante bulevar nacido del soterramiento de parte de la M-30 y el posterior proyecto urbanístico para la zona de superficie. Madrid Río tiene de todo: carril para ciclistas, parques para niños y familias, espacio para pasear, arquitectura contemporánea –el puente de Dominique Perrault– fuentes, terrazas y chiringuitos, asientos en hilera como los de Central Park, incluso un rocódromo para escalar y, en el extremo sur, el espacio cultural más cool de la ciudad: el Matadero. Mejor, imposible.
Sirva, para empezar, el mercado cubierto más antiguo de París, el Marché des Enfants Rouges, de 1600, emblema gastro de este reducto al norte del transitado barrio de Marais donde todavía es posible pasear, visitar museos y exposiciones, disfrutar de cafés sin bullicios y curiosear en tiendas gourmet. Delirio parisiense.
Para desconectar de la Roma monumental, hay que cruzar el río Tíber en autobús o a bordo del Tranvía 8 desde Piazza Venecia. Al pisar la acera el ritmo desciende, el volumen humano también. El Trastevere es el barrio de moda la capital italiana e invita al paseo anárquico (guarde el plano) por su caos de callejuelas con encanto, repletas de pequeñas trattorias, librerías, tiendas de artesanía y algún bazar de lo viejo. No se pierda la carbonara de Da Enzo ni el interior de Santa María dell Orto.
Una sorpresa final, lejos del territorio urbano. Su pasado como el sendero más peligroso del mundo ya es historia. Después de una restauración integral, el famoso Caminito del Rey fue reabierto al público el pasado 28 de marzo y ahora recorre los espectaculares desfiladeros del parque natural de El Chorro, en Málaga, por una agradable y segura pasarela que convierte la antigua y vertiginosa travesía en una plácido paseo sobre el torrente del río Guadalhorce. De momento la entrada es gratuita pero hay que apuntarse aquí para reservar una plaza.
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